“26 de julio de 1953, el germen de la Revolución Cubana”
Por Pablo Virgili Benitez
@VirgiliPablo
pablodanielvirgilibenitez@gmail.com
Desde el 10 de marzo de 1952 Cuba era gobernada por una tiranía encabezada por Fulgencio Batista que había asumido el poder desde ese momento perpetrando un golpe de estado.
Entre las primeras disposiciones del régimen estuvo la suspensión de la Constitución que regía al país desde 1940 y que había sido catalogada como muy avanzada para su tiempo en comparación con las existentes en el mundo porque introdujo cambios importantes en la estructura del estado y garantizaba gran parte de los derechos civiles y sociales.
La Constitución fue sustituida por unos Estatutos Constitucionales que disponían lo siguiente: se gobernaría sin Congreso, con los poderes Ejecutivo y Legislativo concentrados en el Gabinete, pero se creaba un Consejo Consultivo, de carácter de asesor, nombrado por Batista. Se disolvieron todos los partidos políticos, se ampliaron las facultades presidenciales para favorecer y llenar de poder a Batista, ya que se restablecía la pena de muerte para delitos cuya calificación dependía del Presidente y la suspensión del derecho a huelga. Batista controlaba al país con la palma de su mano.
Además se incrementaría la subordinación de los intereses económicos nacionales a los de la oligarquía doméstica y de las empresas estadounidenses, lo que llevaría a Cuba a una situación cada vez menos independiente y más acorde a la política de Guerra Fría del gobierno norteamericano.
La oposición al nuevo gobierno quedó muy diezmada, el movimiento obrero dio débiles y aisladas muestras de rechazo y los estudiantes como sector social fueron los únicos capaces de producir constantes protestas callejeras que se reflejaron en la repulsa a toda medida tomada por el régimen o en conmemoración de cada efeméride patriótica.
Es por ello que brota como una necesidad la creación de una oposición fuerte hacia la dictadura, surgiendo dentro de la vertiente revolucionaria popular el Movimiento, una organización encabezada por el joven abogado de 25 años Fidel Castro.
El Movimiento que comienza a organizar Fidel Castro estaba integrado casi en su totalidad por jóvenes militantes de la Ortodoxia, de pensamiento radical y origen humilde.
Los requisitos establecidos como de obligatorio cumplimiento a sus militantes constituyen una particularidad de El Movimiento respecto a otras organizaciones de la época: tomar personalmente las armas, seguir con rigor el entrenamiento militar, mantener la mayor disciplina y discreción, llevar una vida personal ejemplar y estar dispuesto a entrar en combate en cualquier momento.
Ya para ese momento la instrumentación práctica ideológica del Movimiento y el pensamiento de Fidel tenían como concepto la insurrección armada y popular como única vía de escape a la tiranía batistiana. Fue así que se escogió el cuartel Moncada como objetivo de ataque, este estaba ubicado en Santiago de Cuba, segunda ciudad del país. La acción se llevaría a cabo un domingo en medio de la celebración de los carnavales, y a las 5: 15 de la madrugada.
De la granjita Siboney sitio de concentración escogido por los asaltantes del “Movimiento 26 de julio” como se comenzó a llamar desde aquel día partieron para la acción 90 hombres con Fidel para el mismo cuartel Moncada en 10 automóviles, 22 para el Hospital Provincial Saturnino Lora que quedaba a escasas dos cuadras del cuartel al mando de Abel Santamaría en 3 autos, y 6 en un carro hacia el Palacio de Justicia dirigidos por Raúl Castro.
El asalto comenzó a las 5:15 de la madrugada, 8 de los hombres del primer carro del grupo que comandaba Fidel desarmaron a los guardias de la posta 3, en ese preciso momento una de las parejas de guardias con ametralladoras que realizaban el recorrido por los exteriores de esa posta se percatan de la inusual escena y apresan las armas de los asaltantes. Al unísono desde el tercer vehículo fulminaban a un soldado que caminaba por la acera, los del recorrido accionaban sus armas y disparando salían corriendo, y dentro del cuartel se le disparaba al cabo de guardia que iba corriendo desde la Posta 1 a la 3. Todos estos disparos rompen el silencio del sueño de la fortaleza, los soldados que cubrían las diferentes postas comienzan a repeler el ataque, se dispara la alarma, despertando al resto de la guarnición que se incorpora a la defensa, y se activan las ametralladoras calibre 30 y 50 que estaban esparcidas por el polígono general, lo que hizo totalmente imposible al resto de los revolucionarios penetrar en el cuartel, ya que se debatían entre un fuego cruzado de ametralladoras y fusiles semiautomáticos, muy superiores a sus fusiles de corto alcance.
Había fallado el factor sorpresa, y con él la toma del campamento. A los pocos minutos Fidel ordena la retirada, el mensaje no llega a los hombres del Palacio de Justicia ni a los del Hospital Provincial. Los primeros se marchan al comprender que el ataque había fracasado y los del hospital continúan disparando hacia el fondo del cuartel y después optan por hacerse pasar por enfermos internados en el hospital, lo que a la postre les costaría la vida a 20 hombres al ser delatados por el personal hospitalario.
Al finalizar los breves combates tanto en el Moncada de Santiago de Cuba como en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, que también sería tomado para evitar que salieran refuerzos desde ese lugar, solamente habían caído en la acción 5 revolucionarios y otros 6 sufrieron heridas. Por el lado enemigo las bajas sumaron 49 y 31 heridos. Fue entonces cuando el alto mando castrense ordenó matar a los revolucionarios capturados. Hay que decir que los métodos de asesinato utilizados por los esbirros de la tiranía batistiana fueron brutales: a Abel Santamaría le sacaron los ojos y los testículos, a los otros asaltantes los azotaron a latigazos, porrazos y corrientazos, fueron quemados con tabacos y cigarros encendidos y demás vejaciones que sería muy crudo relatar aquí. Esto hizo subir a 61 el número de los que perdieron la vida.
A Fidel Castro y un grupo de sus seguidores que lograron escapar los apresaron el 1ro. de agosto en las cercanías de la Gran Piedra, una patrulla al mando del teniente Pedro Sarría, que al percatarse que sus soldados querían fulminar a Fidel, los detuvo y les dijo: “… las ideas no se matan.”
Los apresados fueron trasladados al Vivac de Santiago de Cuba, y allí encarcelados momentáneamente a la espera de su juicio. El juicio inició bajo el nombre de la causa 37 de 1953. Como era de esperarse todos fueron condenados sin garantías de ningún tipo ya que las mismas permanecían suspendidas. En el juicio Fidel pronuncia un extenso alegato de autodefensa que trascendería históricamente como La historia me absolverá, y en el que se proponen una serie de medidas y leyes que constituirían el programa mínimo para una posible revolución triunfante, y que a partir de allí se conocería con el nombre de Programa del Moncada, pero ese es tema para otro artículo.
La importancia histórica del Asalto al Cuartel Moncada radica en que fue el hecho que demostró la insatisfacción popular ante un régimen tiránico que no respetaba ni las más mínimas garantías constitucionales ni los derechos de las clases sociales, además de constituir un precedente hacia la Revolución que en años subsiguientes surgiría, basada en la lucha armada popular para obtener la verdadera libertad de Cuba y su pueblo.
Nota aclaratoria:
_En el título de este artículo se utiliza la palabra germen con el siguiente significado: Principio u origen de una cosa material o moral.
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