Revolución bolivariana sí, retorno a criminal neoliberalismo no | Blog | teleSUR
29 noviembre 2015
Revolución bolivariana sí, retorno a criminal neoliberalismo no

​Nunca como hoy ha sido tan importante comprender los conceptos básicos de la política para toda la izquierda, especialmente la venezolana, que tiene frente de si un desafío histórico mayor. Eso pasa por entender con claridad quien es el enemigo, cual es la naturaleza de ese enemigo y de que es capaz. Entenderlo como enemigo del pueblo, enemigo de clase, cosas que son vitales para cualquier revolucionario.

Revolución bolivariana sí, retorno a criminal neoliberalismo no

Y la responsabilidad es del Gran Polo Patriótico, no hay lugar a equivocaciones, ni mal entendidos; hoy se impone una férrea disciplina para defender la revolución, eso es lo que está en juego. Además, las señales que recibimos nos indican variables potencialmente peligrosas, especialmente las que indican que la derecha optara por la violencia el mismo día domingo, muy probablemente después de cerrados los colegios electorales.

Y la situación es particularmente difícil por los errores cometidos, y por las tareas que dejaron de cumplirse, en el lado revolucionario; así como los factores externos que han lanzado una feroz y tenaz guerra por destruir el corazón de la integración latinoamericana, que no es otro que la revolución del pueblo de Bolívar. La guerra económica, en niveles verdaderamente criminales, el sabotaje, el terrorismo, el paramilitarismo, la violencia e inseguridad provocadas, son hechos concretos innegables.

La derecha venezolana, que vive y respira gracias al impulso de la derecha continental, y, sobre todo, a las directrices, instrucciones y financiamiento desde los órganos de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, está inmersa en la más deleznable conspiración de este siglo y, lo que resulta más despreciable, totalmente dispuesta a obedecer sin objeción los dictados de su amo, sin importar el costo en sangre que deba pagar la nación de Chávez.

No hay lugar a equivocación, ese es el enemigo, y debe ser entendido como tal. No es momento de inoportuna autocritica, por más verdaderas y justas que sean las tesis que se deban plantear. Si algo se necesita ahora es coherencia política; bajo ningún escenario es aceptable dar un chance de respirar al enemigo, eso es traición, y no hablamos del pueblo venezolano, hablamos de los grupos organizados, conscientes que han tenido y tienen el deber de consolidar la revolución.

Errores existen, claro, en todos los procesos, también hay garrafales fallas, seguramente es cierto; se han hecho denuncias y que quedaron en saco roto, y muchos asuntos, crímenes contra el pueblo siguen impunes, también es imperativo retomar todo esto, pero la victoria del domingo es la prioridad esencial en este momento. No se puede dar ningún espacio que el enemigo seguramente disfrutara y explotara con frenesí.

El hecho de cargar de extrema importancia a los procesos electorales seguramente se ha ido convirtiendo en un problema para la revolución. Que tanto este en juego en un solo proceso es realmente algo que debe revisarse, y no para limitar las elecciones, sino para corregir la limitada transmisión de consciencia de la realidad del partido político a su pueblo. Es ahí donde se encuentra el problema por el que hoy todavía los votos se producen sin consciencia de clase, por los que muchos venezolanos siguen creyendo que la derecha es opción. El conocimiento no sirve de nada si no se democratiza, si no se hace bien común, de tal forma que cada quien sea capaz de discernir su posición frente al mundo.

Y aquí no hay excusas, porque no se está hablando de formar millones de científicos sociales, se está argumentando, una vez más, sobre la importancia de plantear y ganar una guerra ideológica, que, por mucho, va más allá de la generosa entrega a manos llenas los beneficios sociales que por historia le pertenecen al pueblo. Pero quedarse en esa repartición, solo reconstruye el sistema clientelar usado por la derecha en la IV república. Más allá de la arenga, se requiere una construcción de clase que produzca nueva hegemonía.

Esa es parte integral de la defensa del proceso revolucionario, lograr el campesino, el obrero, el trabajador, el intelectual, militantes de la revolución; revolucionarios porque el proceso es propio, no por conveniencia. Es cierto que el pueblo venezolano alcanzó beneficios sociales como nunca; y tiene condiciones de vida que ningún otro latinoamericano posee, pero no solo se trata de la impresión de que recibe, se trata de que entienda que eso es suyo, como llego a ser suyo y que tiene el deber de defenderlo; esa lucha se libra en el pensamiento y está pendiente.

Como podremos esperar profundizar la revolución, si no enfrentamos con seriedad el tema de las ideas. Es una broma de mal gusto llamar democracia a un proceso en grandes masas llegan a procesos electorales con las manos arriba, secuestrados mentalmente por las mentiras permanentes de la propaganda derechista. Esta gente puede ser instrumento de su propia destrucción!! En este nivel, construimos la victoria.

Y es precisamente por esta limitación en el aspecto ideológico que se dan casos en que la burocracia se utiliza para sacar ventajas personales, para cometer crímenes contra el pueblo, para traicionar la revolución. No podemos tener más compromiso revolucionario de seres humanos que no tienen consciencia clara, pero si tienen bien definido un precio. Y es que muchas veces la práctica política, irónicamente, nos aleja de la practica revolucionaria (se sobreentiende que toda actividad revolucionaria es una acción política, pero no toda práctica política es revolucionaria); a veces inmersos en el pragmatismo necesario y obligatorio dejamos la labor de construcción en la lucha de las ideas.

Y desde el pragmatismo, muchos llegan sin dificultad al oportunismo, y se vuelven profundamente contrarrevolucionarios. Muchos de los problemas, de los errores y de los excesos se dan bajo la idea de que deben primar los criterios de Estado. Y es cierto, la política es compleja, y no siempre veremos reflejada en la praxis los resultados de nuestro accionar, pero eso no quiere decir que debamos renunciar, o posponer las tareas que son permanentes, porque la revolución, para vivir debe ser todos los días. No bastan, las imágenes, los símbolos (de gran importancia), falta mucho más.

Después del domingo 6 de diciembre, habiendo consumado la victoria revolucionaria, y puesto a resguardo las conquistas de la revolución, se impone un proceso de debate profundo, amplio y fundamentalmente democrático, en el que el pueblo venezolano encuentre los espacios para participar, dar sus primeros pasos en la construcción socialista, que no es una tarea pequeña, porque existen muchos ejemplos de éxitos y fracasos, todos ellos con algún nivel de valor ejemplar, pero el socialismo por construir debe superar todo lo que ahora conocemos, sin perder de vista que en el proceso nos va la existencia de la humanidad misma.

Es imperativo saber distinguir entre la crítica que permite avanzar, y el revanchismo de aquellos cuya única motivación es de carácter individual. La profundización del proceso revolucionario; la consolidación del socialismo bolivariano, dependen de una construcción meticulosa de la nueva hegemonía en el campo ideológico, sin aspirar a dogmas, ni al fatal determinismo. Y esto es así, porque cualquier cambio estructural, en la economía, en la sociedad debe contar cada vez más con el apoyo decidido de toda la sociedad, aunque se sigan cometiendo errores, que son motor, sin lugar a dudas, que mueve el avance de nuestros procesos.

La revolución bolivariana, el socialismo del siglo XXI, todo el legado del comandante Chávez son, digno ejemplo y orgullo para los pueblos de América Latina, eso la pone en una situación singular, porque sabiendo que debe corregir mil entuertos, externos e internos, su marca es vital para el avance de nuestros pueblos.

Se debe tener consciencia de que después del domingo, los retos continúan, se debe seguir haciendo la revolución. Es necesario avanzar, destruir aquellas fallas que han permitido que caigamos en vicios contra nuestro pueblo, como la corrupción, convertida hoy en bandera del imperio para negar nuestro derecho a ser nosotros mismos.

No caigamos en falsas expectativas, los males no se terminan por decreto o por la buena voluntad de algunos. Se requiere mucha paciencia, y aún más trabajo. Por ahora el VOTO del domingo próximo debe ser por la REVOLUCION BOLIVARIANA.

Todos los latinoamericanos estamos con ustedes.


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