Medios de comunicación, ONG y la imposición de la pobreza | Blog | teleSUR
11 septiembre 2016
Medios de comunicación, ONG y la imposición de la pobreza

En los dos trabajos anteriores planteamos un tema de estudio y debate, que consideramos crucial para la investigación, y para entender la dimensión del enemigo a que nos enfrentamos los pueblos: el papel de los medios de comunicación en la construcción de la ideología necesaria para mantener la hegemonía capitalista.

Medios de comunicación, ONG y la imposición de la pobreza

Este tema tiene muchas aristas, tantas que podrían confundir a un auditorio acostumbrado a ventilar sus ideas en el estéril campo del bien y del mal. Los medios de comunicaciónproducen hoy mucha de la cultura que compartimos. Dentro de la falsa idea de la libertad individual, hemos llegado a un punto de estandarización sin precedentes. Esa “normalización” de la capacidad de una sociedad para verse a sí misma, provoca severos daños que apuntan a sumir a la humanidad en un nuevo medioevo, cargado de persecución de las ideas y guerras genocidas.

La colonización de las ideas ha sido un proceso continuado que ha construido imágenes extrañas, que utiliza como arma de expansión la imposición vertical que se produce desde los medios de comunicación. Cosas como la “Sociedad Civil”, la “Cooperación Internacional” y las famosas “ONG”, juegan un papel crítico en las sociedades de los países pobres, y no necesariamente positivo para nuestros pueblos.

A partir de la conversión del trabajo en empleo, y el transito ideológico de clase del trabajador organizado al desempleado desesperado, se han conformado ejércitos de seres humanos avasallados por la injusticia y la desigualdad, ambas consustanciales al capitalismo.  Esos millones de personas, son bombardeados diariamente por ingentes cantidades de material basura, que les indica quien manda, quien opina correctamente, quienes son sus referentes, y más; todo dirigido a imponerle la idea de que su miseria es una cuestión natural, y que debe vivir con ella en posición contemplativa.

En este sentido las ONG juegan un papel crítico, pues su misión es “certificar” y “legitimar” el carácter inmutable de la pobreza, y la necesidad de montar soluciones de alivio a problemas particulares, agrupando así a los seres humanos en sectores que se distancian los unos de los otros, lo que impide la organización para una lucha contra el poder hegemónico que, en realidad, genera todos los problemas.

Puesto en otras palabras, las ONG cumplen con la función de decirle a la gran mayoría de la sociedad empobrecida, que, en efecto, es pobre, pero que ellos tienen soluciones a los problemas, y, por otro lado, hacer sentir a los sectores de la sociedad menos desfavorecidos, entiéndase clase media, que alguien se ocupa de aliviar la calamidad en la que viven sus compatriotas. Este es un esquema dirigido a neutralizar ideológicamente la sociedad, y a crear barreras de contención que impidan la conexión de las ideas colectivas.

Entonces entran los medios de comunicación que crean espacios de opinión, en los que se posicionan grupos de estas ONG como “expertos” en diversas áreas que se dedican fundamentalmente a tratar los problemas de la sociedad como hechos aislados el uno del otro, que requieren tratamiento puntual.  Sin darse cuenta, la sociedad, de la nada, tiene un grupo de gente que le explica porque debe comportarse de esta o de aquella manera; y sus opiniones definen el pensamiento estandarizado, aun cuando la gente es movida a creer que tiene “opinión propia”.

En esto se ha consolidado un concepto que no es nuevo, pero que, en la mayoría de los casos, sirve propósitos hegemónicos concretos: la sociedad civil. Ese grupo de gente que nadie eligió; que nadie sabe cómo apareció, pero que en todos los medios aparece en paralelo a las acciones políticas. Normalmente, estos grupos sirven de aval para la profundización neoliberal, mientras en países con posición soberana y progresista, se convierten en organismos de desestabilización y agresión.

Ahora bien, todo esto no puede surgir sin un respaldo material muy fuerte, especialmente económico. En la forma de ONG, de fundaciones, de caridad, se mueve una industria de la miseria que mueve miles de millones de dólares al año en todo el mundo. Su función es neutralizar la organización social, mediante el argumento, “eres pobre, no puedes hacer nada al respecto, pero nosotros sabemos cómo aliviar tu dolor”.  Un dato importante sobre esto, es que, a través de una intrincada red de canales, el 80% de todas las ONG del mundo, son financiadas por la Fundación Rockefeller.

Una formula tan simple como la del párrafo anterior no sirve para caracterizar todas y cada una de las Organizaciones no Gubernamentales que pululan en nuestros países, pues existen en una gran cantidad de sectores de la sociedad, dedicadas a miles de actividades. Lo que, si resulta evidente, es que cooptan actores de las comunidades para dirigir la actividad de muchos movimientos sociales, que, en el plano económico, han encontrado un lazo de supervivencia material, que los restringe o los predispone según sea el caso.

Gracias a este trabajo, la lucha organizada de los trabajadores ha ido cediendo espacio, hasta prácticamente desaparecer en muchos de nuestros países. El daño causado por estas figuras a la sindicalización coincide con la agenda neoliberal, y explica ampliamente, en gran parte, como la gente renuncia a la lucha, e, incluso, ataca a aquellos organismos que pueden permitirle apoderarse de su historia.

Un ejemplo que se puede considerar es la lucha feminista, que siendo legitima y fundamental, hace que las mujeres trabajadoras, viviendo en las condiciones más terribles, compartan mesa y agenda con las mujeres de la clase dominante que las explota. Al crear un “enemigo mortal” en el “macho”, se hace a un lado la condición de clase, y se elimina la posibilidad de una lucha contra el sistema.

No se trata esto de una apología al patriarcado o al machismo; se trata de hacer ver que la mera posibilidad de un mundo mejor para toda la sociedad es relegada a un segundo plano. Igual sucede a menudo con los jóvenes, que ven a los adultos como rivales indeseables de los que esperan desaparezcan pronto. Muchas veces, esa brecha, creada artificialmente, crea conflictos que no deben existir.

Otro efecto buscado por el trabajo de estas ONG, es el debilitamiento de los partidos políticos progresistas de izquierda, capturando reivindicaciones o transformándolas, de modo que la lucha concreta por el poder sea relativizada y la condición de clase en la escena política se diluya fácilmente en la idea común de lo novedoso, lo moderno.

Para aspirar a una comprensión plena de la construcción que necesitamos en un proceso revolucionario, debemos estudiar a fondo el papel que juegan todos estos factores que son ubicados estratégicamente, como piezas de ajedrez, por la clase dominante para sostener su hegemonía.

Hasta ahora podemos ver con claridad que, sin lugar a dudas, el triunfo de una revolución, ya sea mediante el triunfo electoral o la derrota del enemigo por otros medios, no termina con la hegemonía dominante. Esto necesariamente nos lleva a otra conclusión vital: la ideología que permite esa hegemonía, también provoca que la clase dominante siga estando en esa posición a pesar de su derrota coyuntural y para su derrota definitiva es necesario reemplazar las ideas que la sostienen.

En otras palabras, la lucha electoral no es definitivo en la conquista del poder. Es en el campo de la lucha de clases, donde se libra la batalla decisiva por la derrota completa del régimen explotador, y esta se da en el campo de las ideas . Esa construcción debe iniciarse ya, siempre es apremiante.

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