La tristeza vive en Fukushima | Blog | teleSUR
12 agosto 2015
La tristeza vive en Fukushima

Hiroshima y Nagasaki son el pasado, Fukushima la muerte presente, e invisible Por todos lados se ven medidores de radiación oficiales, y los hay portátiles que la gente lleva junto al teléfono celular: en los edificios públicos las cifras suben cuando abren las puertas, en el exterior aumenta donde pega el viento que viene de la central, situada a más de 20 kilómetros; es altísima en la tierra del bosque.

Fukushima central nuclear.

Circulamos rápido por carreteras bellísimas que nadie recorre, vemos jardines enmontaos cuando atravesamos aldeas fantasmas donde está prohibido andar a pie o detenerse. Vemos potreros con ganado magnífico que nadie comerá y cuyos dueños se niegan a sacrificar, como pide el gobierno, porque son lo único que queda de su vida pasada y los consideran parte de la familia. Los funcionarios llaman a esas reses “escombros vivos”…

Poquísima gente y ningún niño, no hay ruido humano: apenas un silencio soleado dominado por canto de cigarras y graznido de cuervos. Nos cuentan que desaparecieron las culebras y las lechuzas, por lo que las ratas se han vuelto una plaga.

Desde las colinas nos muestran donde estaban los pueblos que desaparecieron bajo el tsunami, hoy terrenos donde se depositan al aire libre millones de bolsas de tierra radioactiva, campos de muerte a los que nadie puede acercarse sin protección.

¿Quién podría desear vivir en este escenario de ciencia ficción, en esta tierra que vibra de maligna energía? Sin embargo, ya se anunció el retorno de miles de personas evacuadas en 2011, que aceptan los riesgos con tal de rehacer su vida y su comunidad; las madres, sin embargo, temen por su prole y piden garantías, especialmente en lo que se refiere al agua.

Fukushima no es la única central nuclear de Japón, ni la única que ha sufrido un accidente. Por eso en 2011 el gobierno ordenó desactivar y desmantelar la mayoría de las 54 plantas existentes. Pero ahora busca revertir la situación: ha reactivado una y planea reactivar otras.

Como se derrumbó estrepitosamente el mito de las centrales nucleares seguras, tratan ahora de imponer la idea de una convivencia posible con la radiación, a pesar de miles de científicos que la consideran incompatible con la supervivencia de la especia humana.

Después de la tragedia de Chernobil, con su saldo de casi un millón de muertes, Fukushima es otra lúgubre campanada de advertencia sobre el peligro de extinción de la especia humana por obra de imperativo económico. Aquí, como en todos lados, la coartada es dar empleo a la gente, así sea para recoger y embolsar lo que una vez fue la tierra donde nacieron, crecieron y amaron.

En la tierra irradiada, la compañera de viaje es la tristeza.


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Perfil del Bloguero
Filósofo y periodista de trayectoria, nacido en el oriente venezolano. También es escritor y articulista en medios digitales como Aporrea.org. Es conocido como “Profesor Lupa” por la fundación de un programa radial dedicado a la batalla mediática.



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