La (nueva) Educación Presidencial. Primera Clase: Economía y Exclusión | Blog | teleSUR
10 enero 2016
La (nueva) Educación Presidencial. Primera Clase: Economía y Exclusión

Nuestra última columna fue escrita y publicada antes del 22 de noviembre de 2015, fecha en la cual se impuso la fuerza política de derecha Cambiemos en el balotaje para ocupar el cargo de Presidente de la Nación por algo más de dos puntos: 51,4 sumó Macri contra 48,6% de Scioli. No resulta nada exagerado advertir que el país está dividido en dos, prácticamente, sin negar que en esta elección particular ha sido el candidato neoliberal quién se alzó con una victoria exigua, pero victoria al fin. 

Argentina

El silencio que guardé en estos dos meses se debe, por un lado, a la necesidad interior de comprender este resultado electoral imprevisto e imprevisible; y, de otro lado, atender a las novedades de un gobierno autoritario, privatizador y tecnocrático en sus primeros pasos. Desde tal perspectiva, me importa analizar algunos elementos ligados a la educación que constituye la principal (pre)ocupación de nuestras reflexiones.

Me interesa aportar en este artículo algunas ideas referidas a una dimensión educativa, en este caso de la política, a partir de una hipótesis general, a saber: que todas las prácticas humanas – lo que es decir, históricas, políticas, culturales, etc.-contienen en su seno una dimensión pedagógica. Es decir, expresan aprendizajes/enseñanzas y son al mismo tiempo fuentes de enseñanzas y aprendizajes. Por cierto, la educación supone un acto intencional de transformar a través del saber y el poder a los sujetos del acto pedagógico. Y, como en cualquier campo de la vida social, el sentido de las acciones (políticas o pedagógicas) es materia de divergencia y antagonismo. Se trata de cosmovisiones y proyectos en disputa, cada uno de los cuales se funda en unos supuestos, valores y principios; defiende una visión del mundo y promueve un modelo de ser humano, de sociedad, de Estado, de política pública. Esto se confrontaba el 22 de noviembre. De un lado, la continuación del proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericanista que encarnaron Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Del otro, el anunciado proyecto restaurador neoliberal que expresó, con contradicciones y con claridad, Mauricio Macri.

Este es el primero de una serie de artículos que apunta a analizar la política pública macrista, y las enseñanzas y aprendizajes que se desprenden de su implementación. Esta lectura que proponemos es un cruce poco transitado entre la educación y la política, pues creemos que la dolorosa experiencia política que transitará el pueblo argentino tiene indudables aristas pedagógicas. ¿Qué quiere enseñar el Poder Ejecutivo?¿Qué podrá aprender nuestro pueblo de esta democracia autoritaria que está en construcción? A estas preguntas queremos dedicar nuestros sentipensamientos, para que contribuyan a actuar, resistiendo y transformando una realidad que hoy se presenta amenazante para las mayorías de nuestro país.

En su campaña presidencial Mauricio Macri planteó que no se tocaría nada de lo que se hubiese hecho bien en estos años. Más aún, el entonces Jefe de Gobierno participó en la inauguración de una estatua de Perón en la Ciudad de Buenos Aires, rodeado de sindicalistas opositores al Kirchnerismo, y defendió verbalmente la bandera de la justicia social, objetivo que está en el adn del peronismo. En este sentido, una de las metas reiteradas en el  programa de gobierno de Cambiemos fue la de alcanzar la pobreza cero en Argentina.

En sus primeros treinta días de gobierno se pudo corroborar que aquellas palabras eran fuego de artificio, hojarasca tras la cual se agazapaban medidas que iban justamente en la dirección contraria. Repasemos brevemente: una megadevaluación de un (hasta ahora) 40% y la quita de retenciones a las exportaciones agropecuarias  fueron dos medidas que generaron una transferencia inmediata de miles de millones de dólares para los exportadores, quitaron recursos al Estado y motorizaron una significativa inflación que erosionó el poder adquisitivo de los trabajadores).

Podemos enumerar en este sentido: el aviso de próximas quitas a los subsidios a servicios esenciales como agua, electricidad y gas que amenazan con cercenar aún más los ingresos de los sectores populares; la libre importación de mercancías que atentará contra la viabilidad de pequeñas y medianas empresas impulsando una previsible escalada de quiebras con su contraparte de multiplicación del desempleo.

La liberalización de controles sobre la actividad financiera y  una batería de medidas adicionales tendiente a adquirir deuda por parte de uno de los Estados más desendeudados del planeta. Así el gobierno va completando un menú intoxicante para las mayorías populares, a la vez, plenamente funcional al fortalecimiento de los núcleos del poder económico.

Una señal adicional ha sido el despido de miles de empleados del Estado bajo la excusa de que son contratos “políticos”, aunque un análisis más profundo permite entrever al menos dos motivaciones para estas acciones antipopulares. Primero, para ofrecer una señal a los mercados laborales de que este gobierno no tiene ningún interés en defender el empleo y que, al contrario, cuanto mayor sea la tasa de desempleo más posibilidades habrá de disciplinar a la clase trabajadora. Segundo, realizar una brutal persecución ideológica echando a quienes son sospechados de kirchneristas.

Cuando los y las trabajadoras se movilizaron por sus derechos laborales – como ocurrió en el conflicto de la empresa Cresta Roja o frente al despido de 4500 contratados en el Municipio de La Plata, en provincia de Buenos Aires- la respuesta fue una brutal represión advirtiendo entonces lo que les espera a los díscolos que  acepten con mansedumbre la pérdida de su fuente de trabajo.

En estos primeros treinta días el ingeniero Macri comenzó a propinar algunas enseñanzas, tanto a quienes lo votaron (y no integran el contingente de los beneficiarios de sus políticas) como a quienes no lo hicieron. Estas enseñanzas nos permiten reflexionar acerca de los límites y alcances de la democracia.

La primera cuestión es la brecha insalvable entre el contradictorio discurso de campaña – en el plano económico-social- y su orientación y contenido efectivos.

La segunda es que la dura realidad de los hechos marca unos ganadores concluyentes en la orientación de la política económica. Basta ver el elenco funcionarial para afirmar sin exageración alguna que el gobierno puede definirse como CEOcrático, ocupado mayoritariamente por ex gerentes y funcionarios de la banca u otro tipo de empresas transnacionales. Toda una señal, plenamente consistente en la política económica en la correlación entre quienes definen la política económica, cuáles son sus contenidos y cuáles los resultados de la misma.

El punto nos conduce a reflexionar – y volveremos sobre esto en sucesivos escritos- acerca de los límites (y alcances) de la democracia. Estas políticas se pudieron implementar en el pasado solo a través de golpes militares sangrientos o legitimarse en situaciones de catástrofe social como ocurrió en los años noventa.

En esta ocasión nada de eso ocurre y por eso parece haber un ingente apuro por avanzar en una crisis que apure la salida neoliberal. Los despidos, los anuncios económicos, las amenazas para que las negociaciones paritarias propicien la resignación de los trabajadores para perder poder adquisitivo, la represión vienen a ser elementos de un mismo recetario que es político y, sin duda, “pedagógico”. Ciertamente, una pedagogía del orden, una pedagogía de la resignación, una pedagogía de la injusticia, pero pedagogía al fin.

Estos procesos de enseñanza tendrán como contrapartida importantes aprendizajes para los sectores populares, especialmente las capas medias que más temprano que tarde verán que el voto que ejercieron para escalar en la pirámide social será desmentido por una política económica que se funda en la promoción de la concentración económica y la ampliación en la brecha de la desigualdad. No hay lugar para las capas medias en el arca de Noé que el gobierno neoliberal construye para el capital financiero y los intereses transnacionales.

Se trata así de intensos procesos colectivos cuyo despliegue permite prever el incremento del conflicto cultural, político y social sin resultados a simple vista asegurados ni para los sectores del privilegio no para nuestro pueblo.

El proceso político y pedagógico abre un programa necesario de reflexión sobre la democracia y el Estado como territorio de luchas, antagonismos y debates.

La educación presidencial (neoliberal y conservadora) que se impone en esta fase nos convoca, con el dolor por el sufrimiento inadmisibles de los más vulnerables, a aprender rápidamente de las enseñanzas de la Historia y reponer desde el sentir, el pensar, el decir y el hacer la potencialidad de un proyecto civilizatorio transformador, emancipatorio y posible. Aquí, como se dijo y se hace, no se rinde nadie.


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección




Perfil del Bloguero
Graduado en ciencias de la educación. Imén es actual director de Idelcoop, Sec. de Investigaciones del CCC Floreal Gorini, docente e investigador de la Unjiversidad de Buenos Aires (UBA) y asesor de sindicatos docentes. También es autor de los libros: “La Escuela Pública Sitiada. Crítica de la Transformación Educativa”, “Pasado y presente del Trabajo de Enseñar".



Comentarios
0
Comentarios
Nota sin comentarios.