La contraofensiva de los pueblos latinoamericanos | Blog | teleSUR
7 mayo 2017
La contraofensiva de los pueblos latinoamericanos

Los meses de lucha precedentes, a lo largo y ancho de nuestra América Latina, dieron a muchas personas razones suficientes para creer que nos encontrábamos al borde del abismo, y frente a una inexorable victoria neoliberal sobre una efímera época progresista. Por un lado, hemos encontrado a los apologistas de la desigualdad y la injusticia reclamando cabezas y repitiendo a gritos que los pueblos hemos fracasado. Pero también, encontramos voces desde la izquierda que se han precipitado a hablar de un fracaso provocado por la blasfemia de un socialismo que nunca fue, y una profanación de los “rígidos” caminos de la historia.

Los meses de lucha precedentes, a lo largo y ancho de nuestra América Latina, dieron a muchas personas razones suficientes para creer que nos encontrábamos al borde del abismo...

Pero la historia no es una señora caprichosa que se yergue sobre los mortales dándole la razón a unos y condenando a otros; tampoco la dialéctica es un asunto de simple mecánica que funciona como una especie de “Libro de las Revelaciones” en el pensamiento marxista. La verdad es que en América Latina se ha dado, a lo largo de dos décadas, un fuerte cambio en la correlación de fuerzas, y la lucha alrededor del poder y la hegemonía sigue siendo menester, tanto para las fuerzas conservadoras como para los pueblos y sus vanguardias.

Digamos que la restauración conservadora, gestada en el momento mismo del apogeo progresista de nuestro continente, seguramente a partir de la derrota del ALCA en Mar del Plata, ha entrado en un momento complicado, quizá debido a que su propuesta real es devolver privilegios a las burguesías lacayas y profundizar el monetarismo con lo que la desigualdad se convierte en reina y el saqueo de nuestro patrimonio común en un hecho inocultable.

Recordemos que, en la práctica, la restauración conservadora toma su forma agresiva y violenta con el Golpe de Estado Militar de junio de 2009 en Honduras. Eso lo entendieron muy bien, en aquel momento, Fidel y Chávez. Como también entendieron que, aunque la agresión neoliberal dirigida desde el centro imperial era brutal, la nueva correlación de fuerzas creada a lo largo de la primera década del siglo XXI era real y seria decisiva en la larga guerra por la integración del continente.

Las acciones desesperadas de Macri por convertir a la Argentina en un rápido botín neoliberal, o la torpeza con que Temer manejo al Brasil después de su aparente éxito golpista, han resultado ser espejos que hace que otros pueblos vean con escepticismo la formula simplista del supuesto “fracaso” del socialismo del siglo XXI. A ello debemos sumar una lista trágica de eventos desastrosos que han llevado casi al borde la destrucción del Estado en naciones sumergidas en la bestialidad capitalista, como el México de Peña Nieto, o el estado fallido en la Honduras post golpe.

Hasta ahora, el sostén de la restauración conservadora y la agresión imperial ha sido su maquinaria de manipulación, que se ha dedicado a crear unas imágenes y a destruir otras. sin embargo, las ilusiones creadas se dedican mucho más a mostrar imágenes de países en llamas, que a evidenciar algún “éxito” de las administraciones fondomonetaristas.

Nuestras sociedades reciben imágenes a diario de los “horrores” en Venezuela, con la idea de que esa visión se convierta en un poderoso persuasivo para nuestros pueblos sobre tomar el camino de la liberación y la dignidad; pero nuestras realidades son traumáticas; en los países donde se implementan medidas neo coloniales, existe hambre, aunque tenemos anaqueles llenos; vivimos en medio de la violencia brutal y la más terrible inseguridad. Nos traen imágenes de supuestos venezolanos en llamas, como si con eso vamos a olvidar los cuerpos decapitados de muchos jóvenes; o los costales que aparecen en la cotidianeidad conteniendo las partes de sus cuerpos mutilados.

No podemos ser absurdos afirmando que la lucha se está resolviendo a favor de la causa de los pueblos, pero algunas acciones han dado seguramente un impulso a la posibilidad de una contraofensiva que anticipa nuevos tiempos, pero también nuevas confrontaciones. Debemos siempre tener claro que la cuestión del poder es una guerra en la que el vencido no está derrotado, en definitiva, ni los cambios sociales se producen mágica y súbitamente.

Diremos que el primer hecho que fortalece la posición revolucionaria es la reafirmación socialista del pueblo cubano tras la partida física del Comandante en Jefe. Mucha fue la propaganda previa que anunciaba que tras la famosa “solución biológica”, los cubanos saldrían a las calles a enterrar al socialismo y abrir las puertas a las maravillas del crimen organizado llamado capitalismo. No ha sido así, y Cuba sigue construyendo ejemplo de dignidad y firmeza revolucionaria.

La victoria sandinista ha precipitado al imperio a buscar el bloqueo económico de Nicaragua, sin razón ni fundamento alguno. De hecho, las condiciones de Honduras, el vecino del norte nicaragüense, son suficientemente graves como para llamar la atención del mundo, pero aquí se muestra la inmoralidad imperial que sigue apoyando al narcotráfico y el crimen organizado que prevalece y gobierna Honduras, pero agrede a una Nicaragua cuyo pueblo vive en paz, ganando la dura batalla contra el atraso y la injusticia.

La victoria de Alianza PAIS en el Ecuador, es una muestra de fuerza, especialmente por la derrota de los argumentos de fraude de la derecha. Bolivia se mantiene en la ruta del crecimiento, y se convierte rápidamente en un bastión revolucionario continental. ¡Tenía razón el Che! El FMLN en El Salvador ha estado soportando embate tras embate de la derecha fascista de ese país, y quizá, con algunos giros políticos importantes, renovará condiciones para una nueva victoria. Sera muy importante que identifique claramente a sus “socios” del triángulo norte, Guatemala y Honduras, como sus enemigos políticos y tome las medidas que se requieran para neutralizar esta amenaza.

Ahora bien, es en la bolivariana Venezuela donde se han producido los eventos de mayor fuerza para la contraofensiva de nuestros pueblos. El primero de ellos ha sido su renuncia a esa porqueriza que se llama OEA, y la búsqueda por revitalizar la CELAC. Ojalá que este órgano se fortaleciera, aunque lo más probable es que los gobiernos del continente tiendan a desintegrarse en dos bloques: uno al servicio del imperio, y otro en consonancia con la integración regional. Aunque esto suena mal, parece el camino lógico en esta guerra del siglo XXI.

El otro hecho magistral de la revolución bolivariana, ha sido la convocatoria al poder originario. Dejar la solución final en manos del pueblo soberano, es una muestra clara de la convicción democrática de la revolución, y una muestra de que, en efecto, las dos décadas precedentes, si han marcado un cambio en la correlación de fuerzas. Sin lugar a dudas, la activación del poder originario, marca un punto de inflexión en la dura situación venezolana, que da paso a otra etapa de la lucha, en la que debemos anticipar mayor irracionalidad en la agresión del imperio, especialmente por las inocultables incoherencias de la mal llamada oposición interna venezolana.

Sin lugar a dudas, existen razones para pensar que la situación es diferente, para quienes tienen una visión coyuntural, seguramente es fácil asumir que la situación es “mejor” hoy que hace tres meses. La lucha se replantea, y la Argentina de Macri, corre hacia una catastrófica derrota; en Brasil, Lula se perfila para regresar a la presidencia del país. En México, la izquierda fragmentada tiene un nuevo chance real, siempre con López Obrador a la cabeza. En Honduras, la derecha golpista gobierna, pero no ha podido eliminar la resistencia popular, y hoy una Alianza Opositora mayoritaria, se apresta a dar la batalla contra la maquinaria fraudulenta del bipartidismo golpista del Southcom.

“Abrir uno, dos, tres, muchos Vietnam…”, esa es una consigna histórica, pero debemos recordar que somos uno, y por eso la lucha en múltiples niveles es de todos, en todas partes. No hay victoria en el sur sin lucha y victoria en el centro y en el norte, y viceversa.


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