Honduras Estado fallido | Blog | teleSUR
10 noviembre 2015
Honduras Estado fallido

La expresión que título a este artículo no es novedosa; de hecho ha sido repetida hasta la saciedad, en diversos medios. Sin embargo, cobra actualidad a raíz de las declaraciones de John Kelly, Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, brindadas a CNN a finales del mes de octubre pasado, en las que afirma que en nuestro país el sistema judicial y la policía están totalmente destruidos por dinero del narcotráfico.

Honduras Estado fallido

Esas declaraciones cobran especial importancia a partir del hecho de que Kelly ha funcionado como Jefe de Estado de Honduras (operativamente al menos) durante toda la administración de Juan Orlando Hernández.  En la misma entrevista, el general norteamericano ratifica que este país se encuentra entre los más violentos de la tierra, con índices de asesinatos más altos que los de Afganistán, lo que echa por tierra las versiones del gobierno hondureño que se jactan de una mejoría en términos de seguridad.

En su amplia participación, el alto militar, hace apología de la militarización de la sociedad, llegando incluso a expresar que la sociedad es feliz viendo a los militares en las calles, también hace referencia a la conexión institucional entre las fuerzas armadas con el Comando Sur. En resumen, nos indica con claridad que la militarización de nuestro país es una estrategia gringa y no un aporte a la seguridad de los ciudadanos, y que, además, ellos mismos, los gringos, controlan este proceso a través de los militares que más que una institución nacional constituyen un ejército de ocupación.

Si analizamos estas declaraciones en el contexto actual, podemos una claridad absoluta de parte del sector militar norteamericano, que define la institucionalidad como descalabrada, pero a la vez incluye a Honduras en el costal de países que colabora con eficacia en la lucha contra el narcotráfico (esto lo expresa el mismo Kelly). Esta profunda contradicción solo es explicable por el control absoluto que ellos ejercen sobre la vida del país. De otro modo sería absurdo que un país sin legalidad ni capacidad para implementar la justicia fuera eficaz para combatir el crimen.

Sin dificultades se puede apreciar que la administración de Juan Orlando Hernández y la indescriptible corrupción que galopa en su seno, no son un problema para la visión geoestratégica gringa. Al contrario, podríamos presumir que la absoluta sumisión del régimen hondureño permite que los planes de militarización se amplíen en el futuro cercano. En este sentido vale la pena aclarar, que los Estados Unidos se ha opuesto a que Juan Orlando Hernández controle la Policía Militar (de ahí la derrota de la iniciativa por elevarla a rango constitucional), la que ellos entienden debe estar directamente controlada por ellos.

También podemos inferir que la actual política agresiva contra carteles del narcotráfico, sirve bien a los intereses de Estados Unidos que está reconfigurando el negocio de las drogas hacia su territorio; lo que implicaría destruir algunos actores y sustituirlos por otros. Esta estrategia sirve muy bien el propósito de esconder el escandaloso saqueo perpetrado contra el pueblo hondureño durante los últimos seis años, para lo que se están llenando todos los medios informativos (siempre ávidos de un buen escandalo), y, fundamentalmente, esconder los despropósitos de la administración Hernández.

Si seguimos el curso de la política económica de los últimos seis años, Honduras ha sido conducida a la quiebra, no solo por la corrupción, sino también por el fortalecimiento del modelo neoliberal que ha provocado una explosión del dinero especulativo (créditos para el consumo, inversiones en futuros, seguros, tarjetas de crédito) mientras la producción no ha avanzado absolutamente. Y no se trata solamente de que la vía neoliberal planteada sea absurda, sino que los empresarios, enriquecidos en la especulación no están en posición de invertir en el futuro del país.

Lo que Kelly tampoco dice es que la economía real de Honduras depende en gran medida de las actividades ilícitas que ahora está desmantelando en su restructuración del crimen en la región. Es absolutamente inverosímil que una institución bancaria que participa en el 5% del PIB del país (como en el caso Continental) participe del lavado de dinero sin que los demás miembros del sistema lo ignoren. De hecho, es imposible que los demás no estén también involucrados en esta actividad; recordemos que para este sistema el dinero es como la sangre, fluye con poquísimas restricciones.

Tampoco es racional suponer que el gobierno es ajeno a estas actividades. Si Juan Orlando Hernández ha nombrado como  jefe del Fondo Vial al hermano de un connotado jefe de cartel, es inaceptable cualquier alegato de inocencia de parte del ejecutivo, más aun cuando se han mostrado los multimillonarios contratos otorgados a empresas del narcotráfico para la ejecución de obras carreteras desde ese mismo Fondo Vial. ¿Ignora Kelly estos hechos? La respuesta es simple, no solo no los ignora, los consiente, cuando menos.

De esto podemos presumir, en primera instancia, que la política interna del país no cambiara en los próximos meses,aunque si es previsible que se den algunos cambio cosméticos para maquillar un poco la cara de un gobierno que ha convertido todo en fango. A menos que la política militar de Estados Unidos cambie significativamente en corto plazo, el proyecto reeleccionista seguirá viento en popa. Una ilusión muy traída por algunas personas que adversan al gobierno es que las Fuerzas Armadas, en cumplimiento de su deber constitucional, impedirán el proyecto continuista de la porción de la clase dominante que controla a Juan Orlando; quizá es tiempo que se den cuenta de que ese grupo armado responde a un jefe que esta cómodo con la situación actual.

Además, la perspectiva de defensa norteamericana a nivel global nos obliga a pensar que su política agresiva en Latinoamérica se intensificara. En la misma entrevista, Kelly amenaza claramente a Venezuela cuando dice que ellos intervendrían en caso de una “emergencia humanitaria”, si hubiera falta de alimentos, medicina, o cosas así. Está claro que una intervención militar de Estados Unidos es una consideración muy fuerte en este momento entre los halcones de Washington, que ya presionan mediante una pseudo oposición, incapaz políticamente, pero codiciosa y entreguista sin límites.

En ese escenario, también lo remarca Kelly, Colombia juega un papel crucial, y Honduras también. No debe caber duda alguna que la desestabilización en la región continuara; que Dilma corre peligro inminente, y que una victoria de Macri en Argentina, seria detonante de una reacción en cadena contra toda la integración latinoamericana. Interesante es ver como el General Kelly hace un enfoque de América Latina como un todo.

En resumen, más allá del bien y el mal, lo actuado por Estados Unidos contra el Grupo Continental y la familia Rosenthal no es una acción de justicia ni de la legalidad, se trata de una acción política quirúrgica, que no busca combatir el narcotráfico ni el crimen organizado. En mucho, el propósito es salvar de la opinión pública al resto del sistema financiero, tan corrompido por el dinero ilegal como el sistema legal y policial del país.

A esto se debe sumar la actividad de un sector indignado que ha estado de visita en la ONU y la OEA, reunido con senadores, congresistas y ONG en Estados Unidos, que ahora van a legitimar la propuesta anticorrupción a la medida de los intereses gringos y de la clase dominante criolla. Si la CICI como idea era algo terrible para el país (peor incluso que los tristemente célebres Cascos Azules), lo que ahora se demuestra es que la corrupción es un mal sistémico utilizado a conveniencia por quienes lo patrocinan y se sirven de él (aquí deberíamos pensar no solo en quien recibe, sino quien propicia la corrupción, quien se beneficia; quien paga menos impuestos, quien recibe los contratos, etc.)    

La lucha política sigue planteada en Honduras; la sociedad del país sigue en pie de guerra contra los múltiples flagelos que la amarran a la miseria, y sigue convencida que se requiere una solución de carácter político y estructural, de largo plazo. Organizar esa fuerza incontenible es misión impostergable para quienes hoy reaccionan espontáneamente. Es imperativo reactivar la lucha de los movimientos sociales que han sido víctimas del mas violento embate durante los últimos seis años, y esa lucha debe también plantear un horizonte político. Los actores ya existen, solo hace falta cohesionar su accionar.


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