Fidel, los símbolos y los medios hegemónicos | Blog | teleSUR
8 enero 2017
Fidel, los símbolos y los medios hegemónicos

La dimensión de “Guerrillero del Tiempo” no le quedo mejor al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, que ahora, después de su partida física. Su voluntad de que no no erigieran monumentos ni se nombraran calles o plazas con su nombre, tiene un enorme valor político para la revolución cubana y para Latinoamérica. Si la moral inquebrantable de este gigante, y su compromiso marcaron la lucha de su vida, su paso a la eternidad lo da pensando como un combatiente que seguirá luchando por siempre.

Fidel Castro, former president and leader of the Cuban revolution, died in November at age 90. Affectionately known as El Comandante in socialist Cuba, Fidel Castro

Y es que Fidel era un hombre estudioso, que, como excepción en nuestra América Latina, entendía el estrecho e indisoluble vínculo entre la teoría y la práctica. En ese marco comprendía muy bien la lucha hegemónica que se libra todos los días, lejos del combate convencional, en el ánimo de la gente. No es casual que hace ya varios años proclamara la importancia capital del “Combate de las ideas”.

Si el Comandante en Jefe era el bastión de la revolución, el mismo decidió no convertirse después de su muerte en un punto de vulnerabilidad para la misma. La historia nos demuestra las vividas imágenes de los monumentos de Lenin siendo derribados, como símbolo del “fin de la historia” y el desconcierto colectivo que aquellas imágenes iban dejando a su paso. También podemos ver el efecto inverso que ha tenido para la Rusia actual la revitalización de los simbolismos que le dieron vida a la unión Soviética, por citar un ejemplo reciente.

El hecho es que el enemigo, entiende que su agresión no se culmina con una aplastante victoria militar, ni con una implosión social provocada por sus órganos de inteligencia. Los pueblos, las sociedades, son ellas, su entorno y su historia. Todo eso está cargado de símbolos, héroes, villanos, epopeyas, que terminan construyendo los verdaderos cimientos de una nación. Por esa razón, las primeras acciones de la ocupación gringa en Irak se dirigieron a una humillante ejecución de Saddam Hussein o la intervención ordenada por Hillary en Libia, dirigió un amplio despliegue al linchamiento de Gadafi; en ambos casos la nación preexistente dejo de existir.

Nótese que hablamos de nación y no de Estado. Los estados, órganos de coerción de las clases que los dominan, se sujetan a símbolos menos formadores de nación, de identidad, como el caso de las constituciones que, como en el caso de Estados Unidos, es promocionada en medios de comunicación, películas, teatro, etcétera como el centro de la existencia de un país. En el papel, los estados urgen de ideas que los preserven, y mientras jóvenes son, más vulnerables.

Toda esa construcción hegemónica de los estados ha sido brutalmente reemplazada por el capitalismo con figuras másintrascendentes, y, sobre todo, perecederas en corto tiempo. Así, por ejemplo, las estrellas de cine, tienen momentos de fama que son efímeros, pero no significan nada para sus pueblos, lo mismo sucede con deportistas, o cantantes, que son capaces de llevar a las masas al paroxismo de lo irrelevante.

La idea de una persona, o una sociedad, sin pasado, rápidamente nos pone frente al carácter inexorable del olvido, y con ello nos condena a deambular sin futuro, sin saber hacia dónde caminamos. La otra táctica hegemónica es banalizar, destruir las imágenes de nuestros líderes. Esto sucede en la cotidianeidad, en las campañas permanentes que ubican a los dirigentes progresistas en la picota por supuestos actos bochornosos que no necesitan ser probados, basta que lo digan en las noticias.

De ahí la campaña incesante de desprestigio que se da lo largo de la América Latina, donde la anti corrupción se volvió una cruzada, en la que se sacrifican “peces menores” de las oligarquías, corruptas por definición, para legitimar su embate contra nuestros procesos. Quienes manejan los aparatos de control ideológico de las derechas latinoamericanas saben que nuestras sociedades son proclives al repudio de la corrupción, simplemente porque les ha tocado sufrirla por generaciones, y esto genera un campo fértil para llenar de cieno las imágenes y los símbolos de liberación de nuestros pueblos.

El ataque en la superestructura es un elemento básico, que, es también uno de los elementos más complejos para entender a nuestras sociedades. Siendo realistas, es posible que la tecnología haya llevado a las nuevas generaciones a leer mucho más que cualquier otra en la historia, pero los contenidos en las mismas son manipulados y dirigidos por la maquinaria hegemónica de las derechas. Si nosotros creemos que la desideologización es un asunto menor, es tiempo que entendamos que se trata de uno de los componentes fundamentales de las operaciones de conquista y colonización imperiales en nuestros días.

La negación de la ideología, es el componente ideológico más sofisticado de las tesis que son inyectadas en dosis letales todos los días a nuestros pueblos, que, muy probablemente, nunca se darán cuenta de lo que están siendo víctimas.

Y como el asunto de la lectura en nuestras sociedades es un Tabú, además de económicamente inviable, la formación masiva es impensable en procesos político ideológicos de corto plazo. Por esa razón, el fortalecimiento de los símbolos es vital para conservar y multiplicar el sentido de pertenencia de nuestros pueblos. Claro está, son esos símbolos justamente el blanco principal de las operaciones psicológicas del enemigo, que ha demostrado aprender muy rápidamente de sus experiencias.

La dimensión de la decisión de Fidel es todavía imposible de medir. Sin embargo, no cabe duda de que se trata de una acción estratégica de largo plazo que ha privado al enemigo de fijar un blanco en sobre el cual construir imágenes de derrota para la revolución victoriosa.

La imagen de Fidel, bien preservada en la consciencia de los pueblos del mundo, no puede ser extraída en un circo mediático, y, al menos por los próximos cien años, seguirá en combate en todos los frentes de batalla donde los pueblos libren sus luchas por otro mundo, ese que sea de todos.

Una lección esplendorosa de lo que debe hacer un revolucionario; nunca menospreciar la fuerza de las ideas.

Tags

Fidel

teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección







Comentarios
0
Comentarios
Nota sin comentarios.