El tortuoso camino hacia la barbarie en el siglo XXI | Blog | teleSUR
5 mayo 2019
El tortuoso camino hacia la barbarie en el siglo XXI

Hace casi 18, con la invasión a Afganistán, y una década después del Golpe Militar que terminó con el gobierno de Manuel Zelaya Rosales en Honduras,  el capitalismo, y el imperialismo nos han mostraron con claridad que el Estado Burgués y su supuesta institucionalidad solo son buenos si tienen la flexibilidad para doblarse a los intereses de quienes dominan, y que el Derecho internacional solo puede ser sostenido por la fuerza. El precio que debemos pagar por vivir en paz es, sin duda alguna, entregarnos a una lucha sin cuartel contra el “destino manifiesto”.

El tortuoso camino hacia la barbarie en el siglo XXI

La situación que se vive hoy en Venezuela es extrema, pero no es aislada. La guerra económica inició hace varios años, y la campaña contra Nicolás Maduro arrancó prácticamente con su presidencia. Ni el petróleo, ni el Oro, ni todos los recursos naturales, son explicación suficiente para la agresión de que es objeto la patria de Bolívar; ahí se define el futuro de la humanidad, se define sin el mundo será capaz de ser civilizado, o si, por el contrario, se impone la barbarie capitalista. Para quienes ven esto como una exageración o un intento de hacer drama, no les ajustarán las horas de su vida para lamentar su miopía.

El golpe inicial a la década de cambios en América Latina, se da en Honduras, país que para muchos es aceptado como ese lugar propiedad del imperio. Pero muchas de las cosas que se dieron paso a paso durante los últimos diez años, se dieron en Honduras. Este país ha sido el escenario experimental de prácticamente todo lo que sucede en Latinoamérica hoy. El invento gringo de un gobierno imaginario en Venezuela, tiene su antecedente inmediato en la imposición de Juan Orlando Hernández en las elecciones de 2017. En ellas coordinaron a la OEA, a la Unión Europea para crear una narrativa de “empate”, y el asunto final fue resuelto por la embajadora del imperio, Coronela veterana de Afganistán e Irak. Esa demostración de cinismo, nos demostró que los procesos electorales, siempre tendrán un gran elector, sin importar lo que la gente común quiera. Aquí inventaron un gobierno, y aquí terminaron con su fábula de democracia.

El lawfare ha sido inaugurado desde 2009, la judicialización de la política sigue en aplicación contra Zelaya, y sus ministros más comprometidos con el proceso del Poder Ciudadano. No pasó ni un solo día desde el 28 de junio aquel, que estos funcionarios no sean perseguidos, sin poder hasta la fecha demostrar nada. Pero el derecho, no importa, el aparato de justicia, es un arma más para el sicariato. El resultado es que hoy tenemos en prisión al Presidente Lula, por muchos 40 millones de brasileños que sacó de la pobreza; la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es objeto de acusaciones, y no sería raro un golpe contra ella, tampoco da vez que representa la inminente derrota del macrismo, es decir el servilismo hacia Washington.

El presidente Correa, es hoy también víctima de la persecución implacable del imperio. Está claro que la construcción del lawfare está destinada a terminar con las posibilidades de reactivación de las fuerzas de izquierda en Latinoamérica. El efecto del Golpe de Estado Militar en Honduras neutralizó las potencialidades del FMLN para hacer un gobierno revolucionario, lo metió en la esfera de la cautela, y últimamente lo circunscribió al tenebroso “Triángulo Norte” de Centroamérica. Ahí también se persigue a un expresidente y no sería raro que la misma suerte persiga a Salvador Sánchez Ceren. El imperio no usa pruebas, y la verdad le es irrelevante. Ahora, se persigue a los negocios del ALBA, en muchos casos señalados cómo corrupción. En donde eso no funciona, simplemente están las sanciones que  son impuestas a discreción del hegemon, sin importar derecho internacional, ni siquiera el sentido común.

Obviamente, la estructuración de una amplia red ideológica “anticorrupción” es también parte de la agresión a Venezuela. Y en ese trabajo han tenido que hacer grandes despliegues, y sacrificar peones. No es casual que tantos presidentes de América Latina guarden prisión por casos de corrupción, especialmente por Odebrecht. Esto nos hace pensar en un operativo más que en una casualidad. Después de todo, el imperio conoce íntimamente a todos los corruptos del continente, des hace más de un siglo.

Hoy, todos nuestros países, aquellos un vivimos la década pasada, tenemos que contar muertos por centenas, y muchos camaradas son mantenidos como presos políticos. Muchos de ellos condenados al anonimato o al olvido. Da la impresión de que los ataques del imperio son tan brutales, que no nos dan chance de consolidar una estrategia común, y, peor aún, nos mete en un saco “cortoplacista” que nos orilla a pensar en cada coyuntura como un hecho aislado.

Cada paso que dio el imperio en los últimos diez años en nuestra región nos conducían a este momento; cada acción,  cada movida, nos ponían en el escenario de ataque frontal contra los tres baluartes revolucionarios de la región: Cuba, Nicaragua y Venezuela. En ese proceso se mezclan el anticomunismo más irracional, que el miedo y la inmovilidad. Hoy nos enfrentamos con una realidad en la que incluso algunos grupos de izquierda se pliegan a la narrativa imperial, y sin mayor empacho, acusan a Nicolás Maduro de ser dictador, aunque no tengan ningún elemento para sostener eso.

¿Bajo que parámetros es Maduro un dictador? Ganó sus elecciones con mayoría; las leyes de su país permiten su mandato. Los programas sociales de su gobierno son los más avanzados en América Latina; tanto así que aun bajo el asedio incesante, y la descarada guerra económica, las estadísticas internacionales siguen manteniendo a Venezuela por el encima de la media en el continente. La verdad, para decirle dictador a Maduro, solo necesitan la orden de Estados Unidos. Es decir, ocupan la orden del mismo que impone en Honduras a Juan Orlando Hernández, que tiene acusaciones por corrupción, lavado de activos, asociación ilícita. Que mantiene al 70% de la población viviendo en pobreza, con 40%  de la población viviendo con menos de dos dólares diarios, en un país donde todo está privatizado, incluida la energía, el agua potable, la educación y la salud. Como que tenemos que redefinir que es un dictador, o aceptamos que tenemos la misión de crear una historia común.

Es posible inferir que esta situación se prolongará por varios años todavía. Cada día violaran más leyes en nombre del Estado de Derecho. Buen ejemplo de esto son las declaraciones de Mike Pompeo, que afirma que cualquier invasión de Estados Unidos a Venezuela, será “legal”. Para ello se inventan un Guaidó y lo proclaman. No deja de ser trágico ver gente que conocimos como chavistas, reunidos con Guaidó, asumiéndolo como gobernante, y él “solicita” la invasión. 

La desinformación sobre Venezuela es impresionante. Las transmisiones de CNN, por ejemplo, en el último intento de Golpe de Estado del 29 y 30 de abril, parecen réplicas de aquellas de Oregón Wells sobre una invasión alienígena a finales de los años treinta del siglo pasado. Todo este despliegue nos hace pensar en la construcción de un enemigo “letal” que debe ser destruido. Por esa razón, es importante entender que para Venezuela no existirá lawfare. Allá se usará la guerra para borrar de la faz de la tierra todo vestigio bolivariano. El imperio no aspira a ninguna “liberación” o “rescate” de la democracia , busca extirpar la noción de soberanía de nuestros países, y por eso apunta a Venezuela. Busca redefinir su “patio trasero”, más allá del derecho, la civilización o el famoso sentido común.

Por supuesto, lo expuesto es el resultado que ellos quieren, pero no necesariamente lo que sucederá. Por lo pronto, es imperativo tener claro lo que está en juego  en Venezuela hoy, y entender que la mejor forma de ser solidarios, es luchando en nuestros propios países. Es necesario ampliar el escenario de “las hostilidades”. La época de las elecciones limpias ha pasado, es necesario asumir un tipo de lucha generalizada en todo el continente, con el fin único de derrotar al imperialismo en todas partes. Es eso, o dejamos de pensar en el futuro.

Quizá es el momento de pensar en un plan estratégico continental. Forjar las ideas para la victoria, y hacerlo juntos.


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