Chile. «Estamos frente a un polvorín social y la Revuelta va a seguir» | Blog | teleSUR
10 julio 2020
Chile. «Estamos frente a un polvorín social y la Revuelta va a seguir»

Chile y su Revuelta siguen siendo noticia, más allá de la férrea censura local y el ninguneo de la prensa internacional. Tratan por todos los medios de ocultar que allí, en medio de una férrea dictadura de Piñera y su mafia uniformada de carabineros y milicos, hay un pueblo que resiste al Covid, al hambre y al fascismo. Para interiorizarnos, en esta ocasión entrevistamos a Leandro T., militante del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez (MPMR), director de la pagina web «El Rodriguista» y también de la radio del mismo nombre, todos ellos medios alternativos consultados por la gente que quiere enterarse de lo que ocurre con la Revuelta en Chile, con las ollas comunes y como está la situación de los movimientos populares en su lucha contra Sebastían Piñera. Con Leandro hablamos de lo que han sido las dos jornadas de protesta el 2 y 3 de julio últimos.

Chile. «Estamos frente a un polvorín social y la Revuelta va a seguir»

-Queríamos preguntarte un balance de estos últimos días, del  2 y 3 de julio, que estuvimos siguiendo bastante desde Resumen Latinoamericano, ya que fue una jornada de protesta realmente importante.

-Sí, muy importante porque el gobierno, el sistema, la élite de poder de Chile ha hecho un gran esfuerzo por aprovecharse del tema de la pandemia y apagar la protesta social, sembrar el miedo y generar un estado represivo con militares en la calle, con toque de queda, con leyes. Efectivamente eso ha cumplido cierta labor, disciplinamiento al movimiento social a partir de los medios de comunicación oficiales que han metido este miedo en particular. El 2 y 3 de julio se pudo romper en buena parte del país esta situación con una protesta, no a nivel que las de octubre del año pasado, pero si a un nivel importante considerando la situación de la pandemia. Hubieron movilizaciones desde Arica hasta Punta Arenas, pasando por todas las ciudades. Acá en la región Metropolitana, hubieron manifestaciones masivas, cacerolazos y enfrentamiento con las fuerzas represivas, tanto con carabineros, como los militares, que sin lugar a dudas es un punto de inflexión en medio de la pandemia. Ahora, esto ha seguido el fin de semana pasado, el 4 y 5 de julio, particularmente en Valparaíso ha habido protestas en los cerros porteños, así también en distintas parte del país. Por lo tanto, tendríamos que hacer un balance positivo en lo que hace a romper el status quo y esto es producto de las necesidades que existen.

-Todo indica que la situación económica más el Covid conforman un cóctel explosivo en el Chile de hoy.

-En Chile hay una crisis económica y social brutal, Resumen Latinoamericano también han dado cuenta de la situación económica, era mala y ahora es peor. Despidos masivos, leyes laborales que favorecen a los empresarios y perjudican  a los trabajadores y al pueblo. Con la imposibilidad, que muchos, de la economía informal, que trabajan en las ferias, no pueden ganar su sustento diario. Entonces hay una situación dramática social, y el gobierno con las medidas que ha impuesto, son medidas parches y todas empresariales. En estos días salió un proyecto para la llamada clase media, que son trabajadores que por ahí tienen una situación  económica mejor que los más empobrecidos, y lo que traerá es endeudarse más. Facilitan a la gente para que siga endeudándose. Las soluciones sociales no existen. Veremos cómo salir adelante. Veremos cómo sigue esta situación, porque no da para más. Esperemos que esto retome niveles más grandes de protesta para obligar a las autoridades de este país, que son muy malas y perversas, a que haya cambios de fondo.

-Una cosa que nos llamo la atención estos días a propósito de las protestas es que en algún medio, se daba cuenta de que el ejército estaba adquiriendo armamentos para enfrentar «una posible guerrilla urbana». Obviamente que es una buena excusa para seguir armándose. Pero ustedes piensan que es probable que en la medida que siga creciendo la lucha haya un nivel tal de represión que le dé pie al ejército para participar, como ya lo ha hecho estos días haciendo cumplir el toque de queda.

-Lo que pasa es que después de las revueltas de Octubre, a mediados de noviembre, particularmente, en mi opinión personal, tal vez no es compartida por todos, hubo una especie de golpe blando por la élite de poder. Ellos se asustaron. Al ver los niveles de poder de la revuelta, la masividad, el hecho de salir a la calle. Ellos no pudieron seguir gobernando. Se puso en cuestionamiento la gobernanza, eso sin lugar a duda. Y la élite de poder, incluyendo a los militares, la llamada clase política, que en realidad es una casta política, los empresarios, todos estos que han dirigido el neoliberalismo en Chile se pusieron de acuerdo para ver cómo parar la situación, de retomar la sartén por el mango. Un primer bando de este llamado golpe blando, fue este este acuerdo político trucho, de la casta política, un plebiscito para tratar de apaciguar la revuelta. Otras medidas que tomaron fue las de las medidas policiales y militares. Esta medida fue remover el poder de Inteligencia en Chile, se removió la directiva de la agencia nacional de Inteligencia, la ANI, que se llama, la Inteligencia de Carabineros, de la fuerza Armada. También tomaron medidas de comprar armamento de distintos niveles, empezaron las licitaciones, en la Armada, en el Ejército en la Fuerza Aérea y por supuesto también en Carabineros. Comprar armamentos para apaciguar al revuelta, pero la revuelta se seguía saliendo de madre, por así decirlo, y adquirió un nivel superior, que todo indicaba que iba a ser así, por lo tanto la preparación de la fuerzas Armadas es desde el año pasado, o desde siempre, recurrió a la experiencia de la ocupación militar chilena en Haití. Son varios años en Haití, hubo escándalos de corrupción, los contactos con Colombia y los norteamericanos. De hecho, acá hay un base de norteamericanos en Concon, que prepara a las Fuerzas Armadas para la represión. No solamente por la defensa del país, entre comillas, sino también, para esto, que llaman el enemigo interno. Y ahora apareció el enemigo interno que es el pueblo movilizado. Por lo tanto, ellos se vienen preparando, actualizaron su TOM, el Teatro Operativo Militar y la pandemia les vino como anillo al dedo, porque se pudieron actualizar todos sus mandos. Incluso toda la crisis de corrupción al interior de las fuerzas armadas, se unieron en torno del enemigo interno. También hay que considerar que ha recrudecido la existencia real de una guerrilla de pueblos originarios y de pueblos mapuche, que en concreto, ha ido aumentando su accionar militar, o paramilitar, si lo queremos llamar así, para echar a los forestales españolas y de otros países en el sur del país. Por lo tanto, los militares han actualizado en estos meses la forma en cómo ellos van a enfrentar un conflicto social mayor que sin lugar a duda se viene en este país.

– Me interesa esto último que dijiste, el sur esta militarizado, ya lo sabemos, han surgido grupos de acción, por parte de los mapuches que están haciendo acciones de guerrillas claramente. ¿Como ven ustedes desde Santiago de Chile, a este sur mapuche tan agitado que reclama no solo echar a las forestales sino que hace planteos de autodeterminación?

-Hay algo que está en el medio, que tiene que ver con la alternativas de poder que están naciendo en Chile. La expresión desde el movimiento popular. Es algo nuevo desde  los últimos 40 o 50 años, o más, me refiero al siglo pasado y al presente. Ha aparecido esta expresión radicalizada militar de compañeros y compañeras mapuche. Están en una política de hostigamiento a las grandes empresas que ocupan sus territorios  y el objetivo que ellos han planteado es echarlos de sus tierras, En un proceso, como define Hector Llaitul, el vocero de la CAM (Coordinadora Allauco Malleco) y otros dirigentes que no son tan conocidos,  de una resistencia de largo aliento. Es su política, hay que considerar también que el sur está militarizado hace años y que las expresiones de esta revuelta no fueron las más radicales, por así decirlo. Si uno analiza las fuertes protestas de octubre y noviembre en Santiago, en el norte, en Antofagasta, o estos días en Valparaíso y las compara con las del sur, se puede ver que allí no se vivieron con la misma fuerza. El mismo senador Huechumilla. demócrata cristiano de origen mapuche, pero que forma parte de las élites de poder, se jactaba que en su región era donde habían existido menores niveles de revuelta social, considerando la coyuntura. Entonces yo diría que es un proceso paralelo, se juntan por supuesto, y se retroalimentan y tienen características diferentes. La expresión de la lucha mapuche es de larga data, esa expresión radicalizada de estos años a la cual aspiramos que el pueblo chileno tome de referencia con niveles de protagonismo. Ahora que en Chile se puedan dar guerrillas, desde el pueblo chileno, lo veo en estos momentos con dificultades. No lo veo con claridad. Particularmente, porque en el pueblo chileno, ha despertado, multifacética, la expresión de protesta, creo que va a ser así en los meses que viene. Pero tiene una gran dificultad, que es un mito popular en formación, que esa formación no se si alcanza para ser alternativa de poder, llamémoslo así, no se si va a alcanzar a madurar en este ciclo. Madurará, por supuesto, o en este tiempo o en los que vienen. Pero partiendo del hecho que la izquierda marxista o la que pretende ser marxista, en la cual yo me inscribo de manera autocrítica, no tiene una hegemonía en el movimiento popular ni una capacidad de articular como debería ser. Porque para que se vayan los burgueses tiene que haber un poder que lo reemplace, no se van a ir, hay que echarlos. ¿Cuál es el poder popular que va a reemplazar al poder de las élites, de los poderosos? Eso es una situación que todavía está en veremos. El canciller chileno, Teodoro Ribera, en una entrevista en el diario español El País, el año pasado, catalogaba desde su visión, que es la del gobierno, a la protesta social de Chile como una protesta posmoderna. Porque no hay con quien dialogar, no hay con quien negociar como en las viejas concepciones de conflicto sociales. Entonces es algo nuevo, donde hay liderazgo del pueblo, el pueblo está a la vanguardia de la vanguardia. Esa es la crisis que tiene la izquierda. En mi izquierda, a la que pertenezco como activista popular, hay un ánimo de revuelta, pero esa revuelta todavía no puede y no cuaja en coordinaciones sociales potentes que puedan ser alternativa de poder, que levanten un programa político. Demandas hay por millones, pero no hay quien las pueda encabezar desde lo particular. Es difícil, no hay un liderazgo, hay múltiples liderazgos pero cada liderazgo también desde el movimiento popular, son ricos y son su potencia. Esta revuelta  no reconoce un liderazgo único, reconoce la acción, de la protesta.

-Quizá eso sea lo paradójico, quizá es la riqueza también de ese movimiento pero a la vez el déficit. Estamos entre la riqueza de la heterogeneidad en la calle, en la protesta y el déficit de no confluir en la organización política que pueda desplazar a gobierno y al sistema. Ustedes mismos, lo he escuchado cuando estuve en Chile, dicen que no se arregla con la caída de Piñera solamente porque el sistema siempre tiene reemplazos.

-Lo que nosotros analizamos es que en el corto plazo, no digo un mes, digo un año no se, el neoliberalismo está agotado, particularmente porque hay un cambio de época a nivel mundial. Estas economías como la chilena que tiene una cantidad gigantesca de relación con todo el mundo, donde nada es chileno, por así decirlo. Imagínense que los porotos que producíamos para todos los chilenos hasta el tiempo de la dictadura, los 80, hoy día, en función de las canasta que hizo el gobierno, tuvo que comprarlos a Canadá y también a Argentina. Ese dicho chileno de que los porotos son chilenos, es mentira. Los porotos se producen en otra parte, nosotros tenemos una economía abierta que ya no es sostenible. El nuevo capitalismo, el que viene, o las nuevas sociedades que vienen, no tenemos capacidad de producir nada. En este país no hay industria, todo es monocultivo. La pesca, lo forestal, las mineras siguen funcionando, porque lo que está en crisis es la economía interna. Entonces  hay una crisis mundial y el neoliberalismo tipo chileno no tiene cabida, por lo tanto tiene que haber una transformación. El problema es cuál es esa transformación, cuál es el pos-neoliberalismo y que hay que botar todavía. Todavía hay un proceso que hay que hacer. Pero supongamos que va a suceder, como creo que va a suceder por la impronta de la revuelta, por la situación, por los cambios que están ocurriendo en el mundo, pero el problema es qué lo reemplaza. Hasta el momento, estamos sin una alternativa popular de cambio, lo va a reemplazar el mismo sistema. Este estado de bienestar, que no es el estado de bienestar anterior, y para eso se están preparando los militares tipo Colombia, tipo Israel, tipo Estados Unidos. Ahí está en juego el asunto. Aquí todo depende para los revolucionarios, para la gente que quiere un cambio real, profundo, es qué alternativa de poder como movimiento popular, estaremos en condición de dar a esta situación. Porque el pueblo de Chile está en revuelta, ha tomado conciencia pero está, al igual que cada uno de nosotros, lleno de contradicciones. Por ejemplo, hace unos días, hubo una movilización de trabajadores forestales en el sur exigiendo estado de derecho. O sea, los trabajadores protestaban, a causa de que le habían quemado, las fuerzas rebeldes mapuche, ciertas máquinas forestales. También ha sucedido este tipo de problemas con otro tipo trabajadores en otros lugares, o con pobladores que también han denunciado,  en Cartagena, a las personas que se estaban colgando de la luz, sabiendo que lo hacían por necesidad. Entones está en disputa el poder en el pueblo chileno. Tiene capacidad de maniobra lamentablemente, pero esa capacidad de maniobra es por la debilidad de nosotros de levantar alternativas.  La crisis es muy grande, pero no toda crisis necesariamente termina en cambios de profundidad, porque el sistema tiene capacidad de maniobra.

-Por último, qué va a hacer  la gente de la revuelta, si es que van a hacer algo, con respecto al plebiscito de octubre para decir «apruebo» o «no apruebo» el cambio de esta Constitución pinochetista que aún perdura.

-Hay distintas visiones, creo que la pandemia ha puesto una nueva situación. Antes de la pandemia, el sector popular de la revuelta, movilizado, considerábamos con claridad que estábamos frente a un fraude, ante una maniobra de la casta política donde ellos quieren ser la solución. Y todos sabemos, en Chile, porque lo sentimos, está en nuestras emociones, nuestra visión, nuestro análisis, que nada bueno va a venir de la casta política actual. Que es la mayoría, incluyendo a los más progresistas, personas que están en la política por negocio. No están para hacer cambios de fondo y si alguno tiene buenos sentimientos, que tal vez alguno lo tendrá, esta preso de un  sistema hecho para eso, para la política del negocio. La mala política por así decir. Pero también, los tipos son inteligentes, han producido un efecto particularmente mediático y un sentimiento en que un grueso importante de las personas del pueblo chileno que han participado de la revuelta, que no quiere más a Piñera y quieren el cambio, ven como alternativa ir a votar el «apruebo». Y así ha sido también, una especie de «apruebo» popular. Gente que piensa, sin tener siquiera alguna confianza en estos tipos, en que sí hay que votar  estos cambios. Entonces, el problema va a ser cómo se hace ese proceso. Si es un proceso de participar en el plebiscito con revuelta o es un proceso como quieren ellos de participar en el plebiscito sin revuelta. Obviamente los que vemos un fraude, vamos a seguir con la revuelta. Y el sector popular que cree que votando puede hacer algunos cambios, también seguirá luego en la revuelta. La revuelta tiene que seguir sí o sí. Votando o no votando. Es la clave para hacer los cambios de fondo. Para echar al neoliberalismo, lo demás es una mentira. Todo esto está en veremos. Está en un proceso. La pandemia, se supone que va a disminuir, pero en cuanto a la situación de restricción o a este verdadero estado policial militar que estamos viviendo con un comandante en jefe que se llama Piñera, van a pretender que todas estas medidas coercitivas sigan. Y en el pueblo, lo más probable es que esto no se tolere. Si nos preguntamos en qué situación de movilización estaremos a finales de agosto o en septiembre, creo que no va a bajar. Todo indica que el plebiscito (si se hace finalmente), se concretará en el medio de una efervescencia social, porque los problemas económicos que ha agudizado la pandemia van a  ser brutales. Aquí ya los empresarios han dicho que muchas de estas suspensiones laborales van a ser permanentes, no van a contratar más gente y van a intentar llevar la flexibilización laboral al máximo. Estamos frente a un polvorín social, el sistema lo sabe está maniobrando para ello, la casta política también lo sabe y esta maniobrando para ello y el pueblo tiene que seguir impulsando la movilización. Al menos desde el sector social al cual yo pertenezco, desde el punto de vista espiritual, político y orgánico, por así decirlo, nos la tenemos que jugar por un cambio. Pero insisto, el cambio significa tener alternativas, y eso es lo que se ve con mayor dificultad.


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Perfil del Bloguero
Periodista argentino en medios de prensa escrita y digital, radio y TV. Escritor de varios libros de temas de política internacional. Director del periódico Resumen Latinoamericano. Coordinador de Cátedras Bolivarianas, ámbito de reflexión y debate sobre América Latina y el Tercer Mundo.
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