Marcharon con la misma fuerza y convicción revolucionaria que hace 2000 jueves atrás. Eran dos gigantas estas madres “todo terreno” que son Nora Cortiñas y Mirta Baravalle. Paso a paso se fueron abriendo camino entre la multitud, mientras una compañera de la solidaridad permanente con ellas, pronunciaba a voz en cuello los nombres de mujeres y hombres desaparecidos por la dictadura, mientras desde un silencio que rajaba la tierra miles de voces cantaban “¡Presente!”. Ahora y siempre.
Dos mil lágrimas en muchos de los rostros de la mayoría de los que veían pasar la columna multitudinaria que rondaba la pirámide, dedos en V y puños en alto se entrecruzaban. Familias enteras en la Plaza, con la necesidad de dar testimonio de que con las madres no se juega. Niños y niñas que miraban con dulzura a esas viejecitas queridas, vitoreadas por su coraje, a la vez que se advertía a los verdugos de sus hijos e hijas, que “adonde vayan los iremos a buscar”. Como a los nazis, si señor, como a los nazis.
Mirta y Norita con más de ocho décadas de vida y dos mil dolores sobre sus espaldas se aferraban a una pequeña pancarta que habla de algo escrito hace mucho pero que viene muy a cuento ahora que gobierna un representante de los que tanto mal hicieron, antes y ahora: 30 mil son los desaparecidos y desaparecidas, señor Macri. Treinta mil, y además todos los que fueron asesinados en “democracia”.
Tras dar tres enormes vueltas y recibir más de dos mil cariños y solidaridades de quienes esta vez llenaron la plaza con su efectiva presencia, las Madres culminaron su marcha como todos los jueves, megáfono en mano, hablaron de la difícil actual coyuntura pero dejaron claro que “no les tenemos miedo”, para enseguida volver a reivindicar a los 30 mil y con el puño erguido y apuntando hacia el infinito, proclamar, como decía el Che y ahora que cumple 90 años de victorias, sigue repitiendo Fidel: “Hasta lo victoria, siempre”. Siempre Madres, con ustedes, siempre “venceremos”.