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28 agosto 2015
Cuba, el Papa y la lista del engaño

En enero de 1992 un grupo del que era integrante Elías Pérez Betancourt irrumpió subrepticiamente en el Centro de Recreación de Playa de Tarará, al este de la ciudad de La Habana, en la costa norte de la República de Cuba. El objetivo de la incursión era apoderarse de un yate y dirigirse a Estados Unidos. Los tres jóvenes custodios de la nave fueron sorprendidos, despojados de sus armas, sometidos y maniatados. 

 Cuba, el Papa y la lista del engaño

Los asaltantes, sin embargo, no pudieron arrancar el motor: el secuestro del yate no pudo ser consumado, pero el hecho terminó en sangrienta tragedia: con sus propias armas (un fusil Kalashnikov y una pistola Makarov), sometidos, maniatados e indefensos, los tres guardias fueron asesinados. Y la misma suerte corrió un joven policía que había acudido al lugar.

En el juicio a que fueron llevados los siete asaltantes pudo comprobarse que el citado Elías Pérez Betancourt participó en el asalto y contribuyó en el multihomicidio pero que no disparó contra los cuatro guardias asesinados, por lo que fue condenado a prisión.

Y ahora, veintitrés años después del múltiple asesinato, aparece en escena el conocido agente de la inteligencia estadounidense Elizardo Sánchez Santacruz, dueño de una organización contrarrevolucionaria, para demandar al papa Francisco su intervención a fin de lograr la libertad del supuesto “preso político”, pero en realidad participante de un imperdonable multihomicidio, Elías Pérez Betancourt.

Al jefe del Estado Vaticano, desde luego, no es fácil engañarlo. Él sabe o sabrá en su momento quién es en realidad Elías Pérez Betancourt. Pero el propósito no es propiamente engañar al Papa, sino dar comienzo a una nueva campaña mediática contra el gobierno cubano. Una nueva cruzada para presentar a éste como un régimen en el que existen individuos presos por sus ideas y no por los actos criminales cometidos, juzgados y sancionados.

La lista del engaño, por supuesto, incluye a otros siniestros personajes. Uno de ellos es el ciudadano salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León, quien el jueves 4 de septiembre de 1997 hizo estallar una bomba que mató al turista italiano Fabio Di Celmo en el vestíbulo-bar del Hotel Copacabana: una esquirla de metal del cenicero donde se puso la bomba se le incrustó a Di Celmo en la parte izquierda del cuello y le cercenó una vértebra cervical y la arteria carótida. El asesino tenía un cómplice, el también salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena, quien, igualmente, se encuentra en la lista de “presos políticos” para los que la ultraderecha de Miami y la contrarrevolución interna demandan libertad.

Los anteriores sólo son dos ejemplos del contenido de la lista del engaño. Pero la conforman otros asesinos y terroristas. Ahí están también Kárel de Miranda Rubio, Alain Forbes Lamorú, Ríder Lescay Veloz, Leandro Cerezo Sirut y Yoan Torres, ex militares cubanos que en mayo de 2007 intentaron secuestrar un avión para emigrar a Estados Unidos y asesinaron a balazos a dos rehenes.

Descartada, por absurda, la intervención del Papa para demandar la liberación de estos y otros criminales, es necesario preguntarse cuál es el motivo real de esta nueva cruzada mediática contra el gobierno cubano. Y la respuesta no es tan difícil de encontrar. Se trata simplemente, más allá de la eterna campaña de calumnias contra Cuba, de agriar, de enturbiar, de deslegitimar, de boicotear la próxima visita del papa Francisco, a la isla, lo que la ultraderecha de Miami y la contrarrevolución interna y mercenaria interpretan como un inaceptable espaldarazo de la Iglesia romana al gobierno de Cuba. 


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Perfil del Bloguero
Economista y profesor de Economía Política. Fundador y director del Centro de Estudios de Economía y Política. Es columnista del diario El Sol de México, del catorcenario Siminforma, del diario Rumbo de México, entre otros medios. Analista político en distintos programas de radio.
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