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    Pareciera que muchos aspiran a una salida por la fuerza del presidente mexicano, repetir el escenario que se vivió en Bolivia con Evo Morales.

La derecha en México insulta una y otra vez al presidente Manuel López Obrador. intransigente, violento, opresivo, incompetente, son calificativos que lanzan desde diferentes plataformas. 

La derecha en México insulta una y otra vez al presidente Manuel López Obrador. intransigente, violento, opresivo, incompetente, son calificativos que lanzan desde diferentes plataformas. Sin embargo, la izquierda mexicana, más que definir a sus adversarios políticos, muestra al país que le entregaron: una nación sumida en la miseria, sin soberanía energética y dependiente de  Estados Unidos. La derecha presiona e influye desde los medios de comunicación.

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Pareciera que muchos aspiran a una salida por la fuerza del presidente mexicano. Para algunos observadores, el deseo no es otro que el de repetir el escenario que se vivió en Bolivia con la salida por la fuerza de Evo Morales.

¿En qué condiciones se encontraba México?

El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador recibió un país en la mayor desdicha: 40.000 desaparecidos, 300 bandas delincuenciales, una economía que en 2018 tuvo el crecimiento de 2,0 por ciento, el número más bajo registrado desde 2013. En tanto, el desempleo tuvo un incremento y alcanzó en 3,6 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA). 

¿Cómo puede la derecha –se preguntan entonces muchos– pedir el milagro de ver, en tan poco tiempo, un país resurgir? Tantos años de desgobierno –opinan– no se borran en tan poco tiempo. En un artículo en Rebelión, la periodista Eva Cuervo ha sido precisa: “el pueblo mexicano debe tener muy claro que no va a ser fácil cambiar todo el andamiaje de corrupción que, durante 36 años, permitió el saqueo de nuestras riquezas nacionales, hay que ser paciente y persistente para lograr la consolidación de la 4T”.

Un estudio realizado por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) indica que AMLO recibió el país con un 99,3 por ciento de impunidad. Tanto como eso, el Índice de Percepción de Corrupción colocaba al país en el lugar 129 de 180 países, donde el último es considerado el más corrupto. De ahí que el 1 por ciento más rico concentraba ya –desde que López Obrador recibe el Gobierno– el 21 por ciento de los ingresos totales. Sumémosle que el 43,6 por ciento de los mexicanos (53,4 millones de personas) vivía en pobreza. 

Lo cierto es que, aún en medio de la pandemia, la derecha no ha dejado de cuestionar al Gobierno. Desde todos sus recursos disponibles –medios de comunicación y organismos que se autodefinen como autónomos– insisten en lo que parece una ofensiva bien articulada. No son pocos los que acusan a la derecha mexicana de poseer, incluso, entidades y agencias para fabricar mentiras en redes sociales.

Pero, en verdad, ¿cómo va la economía mexicana?

López Obrador ha destacado que su Gobierno impulsa el desarrollo para el bienestar: “queremos construir la modernidad desde abajo, entre todos y sin excluir a nadie. Ese 'abajo' implica el protagonismo histórico de los siempre desposeídos, oprimidos, despojados y discriminados, aquellos que han sido tradicionalmente atropellados por los grandes intereses económicos, ignorados por los medios de información convencionales y privados del ejercicio de sus derechos por el poder político”. 

Pero el malestar de los grandes empresarios no se ha hecho esperar; se quejan del poco apoyo del Gobierno, que reserva los recursos que posee para mejorar el ingreso de los grupos vulnerables. En ese sentido, la izquierda mexicana ha visto con pesar cómo, según datos registrados por el IMSS, entre el 13 de marzo y el 6 de abril de este año –en tiempos de pandemia– los grandes empresarios han eliminado 346.800 empleos.

Pese a las críticas, y según afirmó hace solo unos días el Grupo Financiero Monex, México tendrá una tasa de crecimiento promedio de 2 por ciento a lo largo de la siguiente década. Según el grupo, la recuperación será paulatina, con sectores más afectados. Pero el hecho de que se considere una recuperación, en situaciones tan complejas y en medio de una pandemia, es un aliciente para el Gobierno mexicano. Analistas de Monex prevén una crisis con fuertes contracciones, pero creen que el país regresará a la normalidad.

Asimismo, en su programa dominical, el 24 de mayo del presente año, López Obrador señaló: “Quiero decir que nosotros ya tenemos un plan para la recuperación y la creación de nuevos empleos, 2 millones de nuevos empleos”.

Esos 2 millones de empleos –dijo el presidente– surgirán de los programas Jóvenes Construyendo el Futuro, el de mejoramiento urbano, la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, mantenimiento de carreteras y caminos rurales, la contratación de médicos y enfermeras y la incorporación de nuevos elementos a la Guardia Nacional. Comentó, además, que seguirán proporcionándose apoyos económicos, como la entrega de becas, para reactivar la economía.

Por otra parte, muchos insisten en que no se pueden olvidar las estadísticas del primer año de Gobierno de AMLO. Pues ese periodo es siempre una muestra de las proyecciones futuras. Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en su primer año el actual gobernante mexicano aumentó los ingresos un 5,9 por ciento, muy por encima de todo el Gobierno de Peña Nieto. Un análisis de las cifras que ofrece INEGI muestra cómo, en el Gobierno anterior, el ingreso laboral aumentó menos de la mitad de lo aumentado con AMLO en un solo año. Y los trabajadores, que hasta ese momento ganaban menos, hoy han sido los más beneficiados.

A pesar del coronavirus, según esta misma fuente, de enero a marzo la inversión foránea fue de 10.334 millones de dólares, 1,7 por ciento más que en el mismo trimestre del año pasado. Aún más reciente: Petróleos Mexicanos (PEMEX) acaba de hacer público que el petróleo de este país sigue en aumento. En mayo, y según refleja El Universal, el precio del petróleo se duplicó para tener su mayor ganancia desde 1996. 

La derecha insiste

En algunos medios se insiste en que México no vive un golpe de Estado desde hace mucho tiempo, pero no son pocos los que se oponen a esta afirmación. Lo ocurrido en los años 1988, 2006 y 2012 es recordado por amplios sectores de la población como golpes de Estado electorales. No necesariamente –aseguran– los golpes de Estado tienen que ser por la fuerza. Por eso la izquierda observa con desconfianza las campañas de desestabilización que realizan algunos medios.

En la mañana del 19 de mayo, el periodista Pedro Ferriz Hijar, hijo del exaspirante a una candidatura independiente por la Presidencia de la República, publicó en su cuenta de Twitter: “Si usted advirtiera que México se acerca al comunismo. ¿Apoyaría un golpe de Estado?”. No tardaron en aparecer las críticas aludiendo a las formas sutiles de insertar “el golpe” en la vista de los lectores. Incluso, hay quienes acusan a ciertos sectores de intentar el descontento en las Fuerzas Armadas; hecho que resulta irrealizable si se tiene en cuenta un elemento histórico: las Fuerzas Armadas mexicanas nunca han participado de un golpe de Estado. De aquí, probablemente, que otro sector prefiera el golpe blando y siembre este tipo de insinuaciones en redes sociales y medios de comunicación.

¿En qué se parece México a Bolivia?

Para muchos entendidos, no se pueden mirar la política y la economía del continente sin echar un vistazo a los intereses de Estados Unidos. Los partidos de izquierda provocan agitación en los líderes estadounidenses, pues la derecha es quien estimula una base laboral barata e invariable.

A tono con esta perspectiva, el pasado 27 de noviembre Trump anunció que su administración denominará como “organizaciones terroristas” a los narcocárteles mexicanos. Las repercusiones no se hicieron esperar: ¿tal designación no facilita el camino para una intervención militar estadounidense? Muchos recordaron, además, cómo los principales capos de estos cárteles han tenido lazos de larga data con el Gobierno de Estados Unidos. Tampoco tardaron las referencias al pasado reciente: ¿los grupos paramilitares de extrema derecha no han sido entrenados por la CIA y enviados a Centro y Suramérica con dinero proveniente del narcotráfico?

Un usuario en las redes sociales, mientras todos opinaban sobre estos temas, resultó medular: “hay que observar un detalle –dijo– México se parece a Bolivia en que tienen un adversario común: los Estados Unidos”.

López Obrador, su estrategia ante la pandemia

Pese a la instigación y las amenazas de la derecha mexicana, el presidente López Obrador —que se mantiene con altos índices de aprobación, según la encuestadora Enkol— ha sido enfático: “para hacer frente a la crisis económica que generó la Covid-19 se requiere un modelo del todo nuevo”. El presidente mexicano lo definió como “estado de bienestar igualitario y fraterno, basado en democracia, justicia, honestidad y austeridad”.

López Obrador sostiene que el problema de fondo no es la Covid-19, sino el sistema de organización social hegemónico basado en la explotación y la dominación de unos seres humanos sobre otros y de todos los humanos sobre la naturaleza.

La derecha insiste en que los temas en México no van bien, pero más que luchar contra la pandemia lo hace contra López Obrador. El periodista Normando Medina Castro, desde La Jornada, concluye: “Si López Obrador hiciera una campaña contra el mosquito transmisor del dengue, el bloque opositor apoyaría a los mosquitos”.

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