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    Los movimientos sociales de mujeres han influenciado en los gobiernos progresistas de America Latina.

Las mujeres han batallado en la primera fila de las luchas revolucionarias de América Latina. Prueba de ello, son los movimientos sociales de madres que surgieron durante épocas de guerra y dictadura, cuya acción sentó las bases para los gobiernos progresistas de la actualidad y la llegada de la mujer a la presidencia. 

No ha habido revoluciones en la historia de América Latina sin la presencia e influencia de mujeres luchadoras y progresistas que se rebelaron contra autoridades y gobiernos dictatoriales.

Desde la época de la colonización, las mujeres han sido protagonistas de movimientos de luchas, en este caso para liberarse del yugo español. Ana María Campos en Venezuela luchó contra el último gobernador realista; Juana Azurduy en Bolivia combatió junto a las guerrillas; y Policarpa Salavarrieta en Colombia fue espía y enlace de los revolucionarios. Todas sufrieron el flagelo de la guerra y murieron a causa de sus ideales progresistas.

(Vea aquí: Millones de argentinos apoyan a Cristina Fernández durante balance de gestión)

Sin duda, se puede decir que la participación de la mujer en los procesos de independencia de América Latina data de hace muchos años y ésto dio paso a una nueva generación de mujeres incorporadas en movimientos sociales progresistas de la actualidad.

Cambios generados por movimientos sociales de mujeres

A lo largo de la historia latinoamericana, los movimientos sociales de mujeres organizadas en el mundo y en América Latina han logrado avances significativos en derechos políticos y civiles: lograron votar, tener propiedades, educación y empleo.

Fueron las mujeres las primeras en marchar para exigir servicios públicos, seguridad social, salud, vivienda, derecho a estudiar y trabajar. Organizadas en movimientos cuyos nombres quizás se han perdido en la historia, fueron las mujeres las primeras en alzar la voz para exigir un mundo más igualitario, no solo para ellas, sino para toda la colectividad.

Y es que muchos de los movimientos de mujeres que surgieron en décadas pasadas, además del sentimiento revolucionario que los movía, tenían integrado un factor especial: muchas de estas luchadoras eran madres, condición que por naturaleza las hacía defensoras de toda la sociedad.

Éstos movimientos de madres sirvieron de ejemplo para gobiernos progresistas que adoptaron como norma la inclusión de la mujer en la política.

Mujeres por la supervivencia

Los Clubes de Madres, como se les denominó en Perú, Bolivia y Brasil, los Centros de Madres en Chile, y las Madres Comunitarias en Colombia, son solo algunos ejemplos.

Se estructuraron en torno a la responsabilidad femenina de la economía familiar, especialmente la alimentación y el cuidado de los hijos. También tuvieron una gran participación en las luchas de los sectores más humildes por la vivienda, la salud y la alimentación.

Éstos movimientos estaban estrechamente relacionados con el Estado, pues lo sustituían en tareas y obligaciones que éste no cumplía con los sectores populares de la sociedad.

Mujeres contra las dictaduras

Pero también fueron las mujeres las protagonistas de movimientos sociales que se enfrentaron a los regímenes dictatoriales y las guerras que azotaban a América Latina en las tres últimas décadas del siglo XX. Muchos de éstos fueron fundamentales para fundar las bases de los gobiernos progresistas que luego reivindicaron el papel de la mujer en la liberación de la región.

El caso emblemático es el de Argentina, donde en 1977 un grupo de 14 mujeres tomaron la Plaza de Mayo en busca de sus hijos desaparecidos y desafiando el poder de la dictadura militar de Rafael Videla (1976-1981). La plaza se convirtió en su territorio, los jueves en sus días de lucha y los pañuelos blancos en sus cabezas serían la insignia que identificaría su causa.

Después de 38 años, las Madres de Plaza de Mayo, aún con sus hijos e hijas desaparecidos –y algunos encontrados-– siguen teniendo un papel importante en el sector de los movimientos sociales en Argentina.

Conocidas como pioneras de la democracia, las Madres han ampliado su lucha contra la impunidad para incluir llamados por la paz y los derechos humanos alrededor del mundo, confrontar el neoliberalismo y la reciente crisis económica que enfrentó el Gobierno de Cristina Fernández en Argentina debido a los fondos buitres.

En El Salvador surgió un caso similar. Durante las dictaduras en la década de los setentas del coronel Arturo Armando Molina y el general Carlos Humberto Romero, centenares de personas fueron desaparecidas o asesinadas, por lo que muchas madres también vivieron la pesadilla de tener algún hijo o un familiar desaparecido.

Por ello, en 1977 surgió el grupo COMADRES "Comité de Madres Arnulfo Romero", formado por obreras, vendedoras y amas de casa. Para estas madres, los mercados se convirtieron en los lugares de comunicación y enlace, pues en las cajas de huevos escondían volantes que repartían sorpresivamente. También cuidaban a los niños huérfanos, conseguían medicinas y hacían huelgas de hambre. 

Aunque el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) era quien estaba al frente de la guerra civil en los 80 y 90 contra el gobierno militar, fueron las COMADRES quienes en las próximas décadas se constituyeron como actoras en la acción de reclamar justicias frente a los horrores de la guerra civil. 

Además, este movimiento social de mujeres fue quien instó al diálogo a los miembros del gobierno y a las fuerzas del FMLN. Gracias a su ayuda, los Acuerdos de Paz fueron firmados el 16 de Enero de 1992. 

Actualmente, el presidente de esta nación es Salvador Sánchez Cerén, miembro de FMLN. No cabe duda que este triunfo de las fuerzas revolucionarias no habría sido posible sin este grupo de mujeres. 

Un tercer caso es de las Madres de Héroes y Mártires de Nicaragua, un grupo de mujeres cuyos hijos e hijas fueron asesinados durante las décadas de 1970 y 1980, cuando el país era gobernado por la familia Somoza. 

Estas madres se identificaban con la lucha antiimperialista que inició el General Augusto C. Sandino frente a la invasión de los Marines de los Estados Unidos. Se definían a sí mismas como parte de la revolución y actoras de la misma. 

Fueron madres que vistieron, hospedaron y alimentaron a los jóvenes soldados que lucharon contra la dictadura de los Somoza en los 70 y la guerra frente a la Contra (de Contrarrevolcuonarios) en los 80, una milicia financiada por el gobierno norteamericano para acabar con el sandinismo. También ocultaron información y pasaron armas de contrabando, acciones que les acarreó secuestros y torturas. 

Aunque poco se habla de ellas en la historia revolucionaria de Nicaragua, su papel fue fundamental para superar la amenaza imperialista del norte y lograr que los principios sandinistas de libertad e igualdad llegaran nuevamente al poder de la mano del actual presidente Daniel Ortega, militante del FSLN.


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