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Refugiados sirios sin hogar descansan al lado de una carretera en la capital Beirut.

Refugiados sirios sin hogar descansan al lado de una carretera en la capital Beirut. | Foto: Reuters

Publicado 5 noviembre 2015



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La xenofobia selectiva del Estado ha sido naturalmente replicada por sectores de la ciudadanía libanesa.

En la Cornisa de Beirut, el paseo marítimo de la capital libanesa, recientemente fui testigode la siguiente escena: cuatro niños sirios que parecían estar en sus primeros años de adolescencia estaban inofensivamente compartiendo algunos bocadillos en un banco, cuando dos miembros de las Fuerzas de Seguridad Interna del Líbano (ISF) en bicicletas,cayeron sobre ellos. Exigieron documentos de identidad, uno de los chicos fue registrado físicamente, y otro fue forzado a agacharsesobre sus manos y rodillas y cuidadosamente recogerhasta la última semilla de girasol que se había acumulado a los pies del grupo, mientras que uno de los policías inexplicablemente tomaba fotografías. (Sin duda serán de mucha ayudapara cualquier folleto futuro que muestre los servicios de la ISF.)

Cuando mi compañero se acercó a los chicos después de pedir detalles, alegaron que la intervención fue provocada por sus acentos sirios - una hipótesis plausible dado el hecho de que libaneses presentes en la Cornisa continuaban felizmente esparciendo sus propios bocadillos sin merecer la atención de la fuerzas de la ley y el orden.

Los chicos añadieron que la policía les había preguntado si también hacían lo mismo en su propio país - a la que habían apropiadamente respondido que no podían disponer adecuadamente de las cáscaras de semillas de girasol porque el gobierno libanés no había dispuesto ningún sitio donde poner la basura en Beirut. De hecho, la incompetencia intencional por parte del Estado ha dado lugar a una crisisde la basura, lo que ha supuesto que, durante los últimos meses, amplios sectores de la capital y sus alrededores se hayan visto inundados con montañas debasura. Huelga decir que gran parte de estos residuos son mucho menos biodegradables que las semillas de girasol.

El perfil racial y el acoso son sólo dos de las formas en que el gobierno libanés ha complicado la existencia de refugiados de Siria. En octubre pasado, por ejemplo, de plano dejó de admitir refugiados, y ahora requiere que los ya presentes paguen una cuota anual de US $ 200 para permanecer en el país. Una serie de otros requisitos desafían aún más la lógica: los refugiados deben proporcionar un compromiso notarial de que no van a trabajar en el Líbano, así como copias de un contrato de arrendamiento o título de propiedad. Para los refugiados, que son a la vez pobres y desempleados a la fuerza, es una incógnita tratar de adivinar de dónde vendrá el dinero para la vivienda - o los 200 dólares.

La xenofobia selectiva del estado ha sido naturalmente replicada por sectores de la ciudadanía libanesa. Toques de queda específicos para los sirios han sido controlados por vigilantes de forma intermitente en ciertas áreas y algunos asentamientos de tiendas de campaña para refugiados han sido víctimas de incendios provocados. Menosparticipación directa en  oposición a la presencia de refugiados, es practicado por los clientes de bares y restaurantes de élite, que se limitan a lamentarse por el paisaje antiestético de los niños mendigos sirios.

Así que no es exactamente claro de que "Líbano"la agencia de refugiados de la ONU, ACNUR, está hablando en su perfil de operaciones 2015, donde se aplaude la "hospitalidad excepcional del Líbano" y su "compromiso pro-activo en temas de refugiados". El perfil también hace la extraña afirmación que "los refugiados tienen acceso a la mayoría de los servicios básicos a través de instituciones públicas, donde las autoridades siguen desempeñando un papel activo facilitando las respuestas, coordinando y planificando". En realidad, acceso a los servicios básicos es algo que ni siquiera puedentener muchos miembros de la propia población libanesa - y olvídese de la coordinación en un lugar donde las autoridades no han sido capaces de elegir un presidente desde mayo 2014.

Entre los servicios actuales propios de la ONU en el Líbano está la asignación mensual de US $ 13.50 a cada refugiado inscrito para la compra de alimentos - es decir, aproximadamente una milésima parte de los salarios que algunos miembros del personal de la ONU se sabe que ganan en el país. Por varias razones, muchos refugiados no están registrados, como estas 200 personas que viven en el oscuro sótano de una fábrica abandonada en medio de charcos de agua.http://www.theguardian.com/global-development/gallery/2015/oct/21/syrian-refugees-live-in-near-darkness-in-a-derelict-soft-drinks-factory-in-lebanon-in-pictures

El perfil de ACNUR subraya que "un despliegue efectivo de solidaridad y apoyo internacional es vital para que el Líbano" pueda llevar a cabo adecuadamente sus responsabilidades de acogida para los refugiados. Pero el problema de esta fórmula es que gran parte de la solidaridad que llega en forma de dinero, se canaliza rápidamente a los bolsillos de los políticos –una situación nada sorprendente dada la corrupción institucionalizada del Líbano. En cuanto a otros esfuerzos ostensiblemente filantrópicos, los refugiados con los que hablé recientemente en el Valle Bekaa de Líbano tuvieron críticas menos que favorables para muchas de las ONG que operan en la zona,  a las quedescriben como ineptas en el mejor de los casos y abiertamente motivadas por ganancias -en el peor.

Como señalé en un artículo para ‘Midle East Eye’, los problemas de los refugiados comienzan en el inicio del ciclo de vida. En varios hospitales del Valle Bekaa, el 75 por ciento de los costos del nacimiento de los bebés de refugiados sirios están cubiertos por el ACNUR, pero la incapacidad de muchas familias para pagar la diferencia puede dar lugar a la confiscación de la tarjeta de refugiados de la madre hasta que se paguen las facturas - o, en algunos casos, la detención en el hospital del propio recién nacido.

Mientras que regresar a Siria, ya sea para dar a luz o registrarel nacimiento, significa que a la madre se le prohíbe volver a entrar en el Líbano con la condición de refugiada. Una encuesta de 2014 citada por  ACNUR encontró que el 72 por ciento de los 5779 recién nacidos sirios en el Líbano carecían de un certificado de nacimiento oficial, sumándose a los estimados de la agencia de "decenas de miles de personas apátridas" en el país.

Por el momento, el Líbano es el hogar de unos 2 millones de refugiados sirios, entre registrados y no registrados, lo que significa que los refugiados constituyen ahora un tercio de toda la población libanesa. Queda por ver qué tipo de futuro está reservado para un país que deshumaniza regularmente y criminaliza a una parte tan sustancial de su población, pero por el momento es seguro confirmar lacondición del Líbano como una de no-refugio.

Belén Fernández es la autora de "The Imperial Messenger: Thomas Friedman at work", publicado por Verso. Es editora colaboradora de Jacobin Magazine.


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