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En 1826 Simón Bolívar estaba en su cenit político tras años de guerra.

En 1826 Simón Bolívar estaba en su cenit político tras años de guerra. | Foto: EFE

Publicado 26 mayo 2018



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Un sistema federal con un presidente vitalicio y un vicepresidente hereditario fue parte de la propuesta del Libertador al Congreso Constituyente de Bolivia.

En su inmensa trayectoria emancipadora, el Libertador Simón Bolívar le legó su nombre y una Carta Magna al actual Estado Plurinacional de Bolivia, presentado en una misiva al Congreso Constituyente el 25 de mayo de 1826.

El proyecto, que fue aceptado ante la enorme influencia del líder venezolano, contemplaba cuatro poderes políticos, entre ellos el Electoral, que para ese momento casi no era tenido en cuenta en el mundo.

Abogó por un presidente vitalicio y un vicepresidente hereditario. En cuanto a los límites constitucionales del primero, sostuvo que eran los más estrechos debido a sus escasas funciones: nombrar los empleados de hacienda, mandar al Ejército, declarar la guerra y hacer la paz.

“La administración pertenece toda al ministerio, responsable a los censores, y sujeta a la vigilancia celosa de todos los legisladores, magistrados, jueces y ciudadanos”, esbozó el prócer sobre su sistema federal sugerido.

“El pueblo presenta los candidatos, y el legislativo escoge los individuos que han de componer los tribunales”, añadió en su misiva remitida al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, dado que el Congreso de Colombia le negó el permiso para visitar Bolivia.

La Fuerza Armada del naciente país debía tener cuatro partes: Ejército de línea, escuadra, milicia nacional y resguardo militar, al tiempo que reiteró su rechazo a toda represión provocada por los militares en contra del pueblo.

>> Simón Bolívar, proclamado jefe supremo tal día como hoy

En sus líneas el Libertador apuntó: “Bolivia no posee grandes costas, y por lo mismo es inútil la marina”.

“¡Legisladores! Felices vosotros que presidís los destinos de una República que ha nacido coronada con los laureles de Ayacucho, y que debe perpetuar su existencia dichosa bajo las leyes que dicte vuestra sabiduría, en la calma que ha dejado la tempestad de la guerra”, cerró.


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