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Rusia ha logrado destruir una amplia red de construcciones subterráneas que son utilizadas por los extremistas del autodenominado Estado Islámico (EI) en Siria, para coordinar acciones de mando y depositar material bélico.
Se trata de comunicaciones subterráneas que han sido heredadas por los cambatientes del EI en esta ciudad, según la cadena rusa Zvezda, citada por RT.
Los terroristas utilizan estas estructuras modernas en forma de túneles o socavones que comunican a barrios enteros en una sola cadena. Allí, mantienen instaladas sedes de mando y depositan armas y explosivos.
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“Estas comunicaciones subterráneas solo podrían haber sido creadas por especialistas con los que no cuentan terroristas, por lo que se cree que ingenieros de Arabia Saudita, Qatar, Turquía y Estados Unidos actúan allí como capataces subterráneos”, cita la cadena rusa.
Para poder destruir estas redes subterráneas, las Fuerzas Aéreas rusas han logrado realizar ataques puntuales que han sido capaces de romper estructuras de hormigón de muchos metros.
Hasta el momento, la operación antiterrorista ha eliminado más de 50 objetivos, incluyendo las sedes de mando subterráneas.
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EN CONTEXTO
Rusia lanzó su operativo aéreo en Siria el pasado 30 de septiembre, como respuesta a una petición realizada por el presidente de la nación árabe, Bashar al-Assad.
Más de 50 aviones y helicópteros forman parte del grupo aeroespacial ruso. Los bombardeos son coordinados con el Ejército del país árabe, a través del grupo operativo del Ministerio de Defensa de Siria. Las bombas son dirigidas por satélites especializados con un margen de error mínimo.
A una semana de estas acciones, Rusia ha logrado destruir instalaciones, tanques y vehículos del Estado Islámico, algo que Estados Unidos y sus aliados no han podido hacer en más de un año de operación aéreas contra las posiciones del grupo terrorista en Siria.
El presidente ruso Vladimir Putin ratificó que los objetivos de las Fuerzas Armadas de su país es contra los equipos militares, centros de comunicación, vehículos, munición y depósitos de combustible del grupo terrorista Estado Islámico, y no contra la población civil como lo quiere hacer ver Estados Unidos y sus aliados de Medio Oriente.
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