Una intervención militar en Siria supone una agresión directa en contra de la soberanía de la nación que además no es permisible bajo ninguna razón que se pueda esgrimir, expresó el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
El titular de Exterior ruso hizo esa declaración en referencia a las recientes manifestaciones de intención de Turquía de llevar fuerza militar terrestre a Siria para proteger a su nación del conflicto sirio.
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El corresponsal de teleSUR en Rusia, Julio César Mejías, explicó que Lavrov resaltó que desde Occidente se está creando una campaña en los medios de comunicación que hace creer al mundo que el cumplimiento de el cese al fuego no avanza, y que por tanto se hace necesario tomar otras vías para buscar una solución al conflicto armado en el país árabe. De allí la idea de la política injerencista.
"Por supuesto, se oyen llamamientos a favor de una intervención militar, pero para impedirla, ya que sería una agresión directa, hay que educar a aquellos que tratan de promover este tipo de escenario", dijo el canciller ruso entrevistado por la agencia RIA Novosti.
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En este sentido, el canciller expresó su confianza en las labores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es particular en su enviado especial Staffan de Mistura, para lograr que este cese al fuego avance, una política que se respeta en el grueso del país, remarcó el funcionario ruso.
No obstante, Moscú sigue respaldando la lucha en contra de los grupos terroristas como Daesh y el Frente Al-Nusra. Porque aunque para Lavrov la paz solo se podrá conseguir la paz en la nación árabe mediante el diálogo entre las diferentes partes que componen a la sociedad siria, sin injerencia externa; nada se podrá conseguir si no se elimina primero el flagelo que es el terrorismo, reseñó el corresponsal de teleSUR.
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Turquía elemento desestabilizador
Según el canciller del país euroasiático, incluso Estados Unidos entiende que Turquía puede ser un desestabilizador aún más del camino de paz que transita Siria.
Al respecto, Lavrov recordó la frase del entonces presidente estadounidense Franklin Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza: "Tal vez sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", para de este modo explicar la actitud de Washington con respecto a Ankara.
"Hablan así sobre sus amigos que no se comportan bien. Uno siente que no quieren que se saquen los trapos sucios de la OTAN a relucir, aunque eso es un gran problema", acentuó el ministro de Exteriores ruso.
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