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"No necesitas ser un mártir sacrificado para sentirte más feliz, basta ser un poco más generoso", destaca la investigación.

"No necesitas ser un mártir sacrificado para sentirte más feliz, basta ser un poco más generoso", destaca la investigación. | Foto: Psicoblog

Publicado 6 agosto 2017



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Quienes se preocupan por el bienestar de los demás son más felices que aquellos que se centran en su propio progreso, reveló una investigación realizada por neuroeconomistas de la Universidad de Zurich.

Una investigación realizada por los profesores Philippe Tobler y Ernst Fehr del Departamento de Economía de la Universidad de Zurich, Suiza, demostró que la generosidad hace a la gente más feliz, incluso si solo se comportan un poco generosos.

Al mismo tiempo, las personas que actúan únicamente por su propio interés son menos felices. El simple hecho de prometer ser más generoso es suficiente para provocar un cambio en nuestro cerebro que nos hace más felices.

Hacer algo amable para otra persona da a mucha gente una agradable sensación de que los economistas conductuales llaman "warm glow", algo así como "brillo cálido". Tobler y Fehr investigaron cómo las áreas cerebrales se comunican para producir este sentimiento. Los resultados proporcionan una visión de la interacción entre el altruismo y la felicidad.

Los  investigadores encontraron en sus experimentos que las personas que se comportaron generosamente fueron más felices que aquellos que se comportaron de manera más egoísta. Sin embargo, la generosidad no influyó en el aumento de la satisfacción. "No necesitas ser un mártir sacrificado para sentirte más feliz, basta ser un poco más generoso", destaca el investigador  Philippe Tobler.

Antes de que comenzara el experimento, algunos de los participantes del estudio se habían comprometido verbalmente a comportarse generosamente con otras personas. Este grupo estaba dispuesto a aceptar mayores costos para hacer algo agradable para otra persona. También se consideraban más felices después de su comportamiento generoso (pero no de antemano) que el grupo de control, que se había comprometido a comportarse generosamente hacia sí mismos.

Simplemente comprometerse con comportarse generosamente activaba el área altruista del cerebro e intensifica la interacción entre esta área y la asociada con la felicidad. "Es notable que la mera intención ya genera un cambio neural antes de que la acción se realice realmente", precisó Tobler.

 >> Ocho claves para ser feliz en tu trabajo


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