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S (ARGENTINA), 02/12/05.- Grupos de ahorristas estafados por el corralito en 2001.

S (ARGENTINA), 02/12/05.- Grupos de ahorristas estafados por el corralito en 2001. | Foto: EFE

Publicado 16 diciembre 2015



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Las crisis económicas en Argentina han tenido, a través de la historia, un fuerte impacto en la población que ve lesionados sus ingresos, incrementado el desempleo, provocando miseria, quiebra de empresas, pérdida de fortunas y en todos los casos fuertes crisis de estabilidad política, falta de gobernabilidad y abruptos cambios de mandatarios.​

Para mediados de la década del 70 el país cayó en manos de feroces juntas militares dictatoriales que instauraron nuevos modelos económicos denominados de “apertura” cuyo significado fue liberar las importaciones a costa de los mercados y productores locales, además de echar por tierra los derechos de la clase obrera a punta de fusil. 

El estado recurrió cada vez mas al endeudamiento externo para financiarse, y fijó pautas cambiarias para facilitar la entrada de capitales golondrina especulativos, que invirtieron solo en negocios financieros. Esto provocó una decadencia de la industria y una baja del poder adquisitivo de los salarios.

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El país se concentró en exportar commodities por lo que era necesario generar mayores excedentes para pagar los intereses de la deuda y la fuga de capitales especulativos. Como resultado, Argentina se expuso cada vez mas a los vaivenes de los mercados financieros internacionales que provocaron periódicas crisis y devaluaciones además de una elevada inflación.

Retorno a la institucional democrática

Con el regreso de la democracia en 1983 la situación no cambió demasiado, pero en la presidencia de Ménem se profundizó aun mas la tendencia con la venta a precio muy bajo de las empresas estatales, de esta manera el estado perdió su rol en la economía y se limitó a ser un mero recaudador de impuestos que se dedicaron en gran parte a pagar los intereses de la deuda externa que seguía aumentando.

Con los recursos provenientes de estas ventas y de un mayor endeudamiento, se logró un breve periodo de bonanza signado por la paridad peso dolar mediante la ley de convertibilidad, que ayudó a combatir la inflación, pero a su vez le dio un seguro de cambio a las inversiones especulativas. Las industrias se concentraron en manos de grandes grupos transnacionales que se dedicaron a actividades de alta tecnificación y poca mano de obra, enfocadas al consumo masivo y a la exportación de commodities, muchas de origen agropecuario como los derivados de la soja.

Desde el año 1991 el valor del peso argentino era paritario al dólar estadounidense: un peso = un dólar como medida para frenar la inflación y asegurar las inversiones de las empresas extranjeras y multinacionales.

Lo anterior permitió que la Argentina tuviera, durante un período, una inflación baja, un cierto grado de estabilidad económica mientras los paquetes financieros del FMI, el Banco Mundial y créditos privados llegaban al país. Pero el precio que los argentinos debieron pagar fue excesivamente alto.

El Estado, para obtener ingresos debió vender los bienes estatales a precios irrisorios e introducir enormes recortes a la inversión pública que se tradujo en desempleo y niveles extremos de pobreza para la población. El déficit en el comercio exterior creció rápidamente y se financiaba con más préstamos externos lo que llevó a un mayor déficit y a una mayor deuda externa, calificada por el Comandante Fidel Castro como “deuda eterna”.

''Vendimos las empresas (públicas) y fuimos financiando déficit con lo que salía de esas cuentas. Había que abrir la economía, la abrimos y entramos en una competencia feroz'' que generó la destrucción de la economía nacional (y) la desindustrialización de muchos sectores'', recordó el alcalde de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, en la apertura del Foro de Autoridades locales, uno de los eventos previos al Foro Social Mundial.

Todo en Argentina se vendió. Salud y educación se privatizaron, la electricidad, telefonía, agricultura, agua e industria corrieron la misma suerte y las ganancias no llegaron a las arcas del Estado pero si fueron a parar a los paraísos fiscales.

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''Argentina fue un país que cumplió con las recetas que le fueron imponiendo los organismos multilaterales de crédito. Era puesta como ejemplo de lo que se debía hacer'', sostuvo Ibarra, del opositor centroizquierdista Frente País Solidario.

Cuando el socio comercial, Brasil, liberó su moneda en 1999 al tiempo que el peso argentino seguía el curso del dolar ya no fue posible esconder que la capacidad de competencia de Argentina estaba colapsada.

En 1998 comenzó una serie de crisis internacionales que provocaron la fuga de capitales y la recesión. La desocupación se generalizó y llegó a bajar incluso los salarios y jubilaciones de manera real y nominal. Todo esto finalizó en 2001 con un crack del sistema bancario, se congelaron los depósitos y la economía colapsó. Ante esto estalla el descontento popular que termina derrocando al gobierno de De la Rua.

La crisis de 2001

En el período 1998 – 2001 aumentó de manera dramática el desempleo. La moneda sobrevalorada abarató la importación pero las exportaciones cayeron al mismo tiempo. El poder de la competencia en las importaciones acabó con el mercado interno argentino. Para el año 2002 el desempleo alcanzó el 25 por ciento y más de la mitad de la población del país vivía en la pobreza. En la poderosa Argentina agrícola había niños que morían de hambre.

Un buen ejemplo del tamaño de la crisis de ese momento fue una clase media sin medios, cajeros automáticos sin dinero y un Estado en la quiebra total. Paralelamente estaba una troika internacional que con gusto salvó los bancos pero se negó a salvar a las personas.

Para la navidad y año nuevo 2002-2003 la economía del país había colapsado y la ira popular desatado llevando, con la consigna de “que se vayan todos” a la renuncia de 5 presidentes.​

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Con la llegada del Gobierno de Néstor Kirchner se produjo un rebote económico ayudado por un clima internacional cada vez mejor para las exportaciones argentinas, registrándose precios récord en la soja y otros cereales. Además el Estado pasa de una situación de déficit fiscal crónico a un superávit que permite de a poco ir reduciendo la dependencia de los capitales externos. La Era Kirchner llegó a poner orden en el país.Luego viene lo que se denominó como la Década ganada.


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