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La narrativa del hambre en Venezuela

La oposición venezolana acusa de una "mala gestión económica” al gobierno de Nicolás Maduro por llevar al país a una "crisis humanitaria" por la falta de alimentos y medicinas. El oficialismo, por su parte, demuestra que se trata de una guerra económica, ¿cuál es el escenario?

La narrativa del hambre en Venezuela

La palabra “hambre” se refiere al estado general de carencia de alimentos e inseguridad alimentaria que afecta a una población.

Medios locales de comunicación difunden encuestas que sugieren que los venezolanos están descontentos por la disminución de su consumo alimentario. El descontento generalizado es una manifestación de lo que sucede en sus hogares porque comen menos o comen lo mismo.

La encuestadora Datos dice que el 90 por ciento de los venezolanos compra menos alimentos y según Venebarometro más del 30 por ciento dice que comen menos de tres comidas al día. Aunque las encuestas de opinión nunca han sido muy fiables por su contenido altamente alineado con los intereses de la oposición, sí es una realidad que los venezolanos han cambiado su dieta como resultado de las dificultades actuales pero no significa que están sufriendo de hambre.

 

Venezuela nunca fue uno de los países más pobres de América Latina. Desde 2003, la reducción de la pobreza y la pobreza extrema han sido reconocidos por las Naciones Unidas.

Las mediciones de seguridad alimentaria en términos de la cantidad de alimentos disponible se mide en kilocalorías consumidas por persona al día, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

Un país goza de seguridad alimentaria cuando la disponibilidad de alimentos se sitúa en al menos 2.070 kilocalorías por persona al día.

Las cifras del Instituto Nacional de Nutrición validadas por la FAO muestran una tendencia al alza, con algunos altibajos, a partir de 1999, cuando la disponibilidad se situó en 2.200, hasta 2011, cuando se alcanzó un máximo de 3.500.

A 3.000 kilocalorías bajó en 2015. No obstante, sigue siendo muy superior al nivel mínimo de seguridad alimentaria de la FAO.

No hay hambre pero sí muy poco valor nutritivo

Así que la respuesta a la pregunta ¿hay hambre en Venezuela? es clara: no, no hay hambre en Venezuela, lo dicen las propias normas internacionales pero la calidad de los alimentos que se consumen a diario tienen poco valor nutritivo.

No hay un estudio reciente que evidencie las variaciones en el contenido de la dieta venezolana pero los excesos de carbohidratos, alimentos fritos y procesados, alimentos altamente industrializados, sumado a una escasa presencia de verduras y otros alimentos frescos son factores de sobrepeso y "hambre oculta" (carencia de vitaminas y minerales esenciales en la dieta para un desarrollo saludable).

El último informe de la OMS sobre Estadísticas Sanitarias Mundiales (2014) registró en 30,7 por ciento la población venezolana con obesidad, seguidos por Chile con 29,05 por ciento y Uruguay con 23,35 por ciento. 

En este caso, la obesidad no refiere la cantidad de comida consumida por la persona sino el exceso de peso en la población que tiende a consumir grandes cantidades de calorías con muy poco valor nutritivo.

La ingesta de alimentos de menor calidad nutritiva es uno de los factores que explica la obesidad como fenómeno relativamente nuevo en Venezuela y la tendencia puede revertirse con políticas públicas que incluyan campañas de concienciación para que la gente aprenda qué debe comer dado que la circunstancia económica ha obligado al Gobierno venezolano en centrarse más en el tema de la falta de alimentos.

No hay cifras para evaluar la seguridad alimentaria durante 2016, año en el que se ha agudizado la guerra económica pero sí hay algunos ejemplos que podrían servir de indicativos de la crisis:

1.- En un comedor social en el barrio de Sarria de Caracas, dirigido por Aida Romero, ha habido un aumento lento de personas que asisten para recibir comida. Cuando empezaron en 2004 se atendía al menos unas 300 personas. Menos de 60 asistían en 2011 y este año acuden cerca de 130.

El comedor que atiende Aida es conocido como "Casas de Alimentación", un programa social creado durante el gobierno de Hugo Chávez para reducir la pobreza extrema en los sectores más vulnerables de la sociedad. El Ministerio de Alimentación entrega los ingredientes, y los dueños de las casas preparan una comida para cada persona que lo necesite tres veces a la semana.

2.- Nahilyn González, directora de la unidad educativa “Juan Bautista Alberdi” en el municipio Libertador de Caracas (capital), afirma que desde junio de 2015 tienen problemas con el abastecimiento de los alimentos, razón por la cual algunos días de la semana se dan dos de las tres comidas o no se da nada.

En ocasiones dan caraotas (frijoles) con arroz y completan el plato con la colaboración de los representantes o con la siembra de hortalizas que realizan en la misma escuela para autoabastecerse.

El profesor Kerwin Sánchez, del plan de siembra de Agricultura Urbana, señaló que lo producido en la escuela no es para comercializarlo sino para garantizar el abastecimiento de alimentos en esa unidad educativa.

Estos hechos ponen en perspectiva los efectos de la peor agresión económica y mediática en la historia venezolana, como lo ha denunciado el presidente Nicolás Maduro.

Las colas como instrumento de guerra

El estrés causado por la escasez, la inflación y las colas constantes para comprar alimentos eleva el más tenso estado de ánimo de los venezolanos. Desde el inicio de la guerra económica (hace tres años) las filas de personas en los supermercados se hacían para llevar más productos de los que se necesitaban. Ahora, las colas se han convertido en el modus operandi de los bachaqueros, gente que compra productos básicos a precios muy bajos regulados por el Gobierno para revenderlo hasta en un mil por ciento más del costo real.

Hacer cola es su negocio en complot con los propios distribuidores o gerentes corruptos de supermercados que desvían productos a ellos. El sector estatal no escapa de la responsabilidad. En febrero, casi cincuenta directivos de la cadena Abastos Bicentenario y otros establecimientos estatales de comida fueron detenidos por el desvío y reventa de alimentos.

El disparador de la violencia

La socióloga Maryclen Stelling analiza desde el inicio de las colas el comportamiento de los venezolanos, “antes las colas eran pasivas y en ellas se compartían los problemas comunes por encima de las diferencias políticas pero ahora, que es habitual hacer cola y el desabastecimiento ya no es algo extraordinario, se pierde por completo la pasividad. La cola se convierte en una estrategia para sobrevivir porque los alimentos necesarios están escasos”.

Agrega que la cola se convierte en un momento de “competir y no de compartir con el otro, afloran los instintos básicos del ser humano y se recurre a la violencia porque necesitas ese producto para sobrevivir".

A juicio de Stelling el país tiene dos medias verdades, la del Gobierno que siempre habla de una guerra económica y de un empresariado que está en contra del pueblo y la de la oposición que responsabiliza al Gobierno de una mala gestión, corrupción e impunidad.

Las colas no son un invento de los medios de comunicación, existen y surgen del desabastecimiento de productos de primera necesidad porque las empresas simplifican su producción, así como también por los bajísimos ingresos por renta petrolera que impiden al Estado importar alimentos para abastecer rápidamente.

El Gobierno venezolano no la tiene fácil, entre los problemas que enfrenta el más grave es el desabastecimiento porque las colas se han convertido en una actividad central que a diario hacen las personas por la angustia inmediata de conseguir los alimentos para su hogar.

En su mayoría, los venezolanos responsabilizan al Gobierno de no hacer nada por resolver las colas pero ¿a qué Gobierno le interesa generar malestar en su país para ganar el rechazo de sus habitantes?

Es evidente que el impacto psicológico de las colas desvirtúa los esfuerzos que hace el Estado para acabar con la guerra económica.

La escasez de alimentos, medicinas, productos básicos de limpieza e higiene personal es una de las expresiones más lacerantes de la guerra económica que afronta el país. En situaciones similares, en tiempos de bonanza, el gobierno entregaba las divisas al sector privado o importaba todo de inmediato, sin embargo el desplome petrolero redujo en más de un 90 por ciento el ingreso de divisas.

Pese a este panorama, Venezuela ha pagado más de 35 mil millones de dólares en obligaciones internacionales, y pese a esta disciplina del gobierno bolivariano, las agencias calificadoras insisten en elevar el "riesgo país" de la nación, sometida también a un bloqueo internacional para empujarla al default.

Una inflación inducida de más de 180 por ciento, especulación, acaparamiento, contrabando y extracción así como el “bachaqueo” resumen las causas de esta crisis económica.

El economista Nelson Ford explicó a teleSUR los tipos de inflación presentes en Venezuela que llevaron al estancamiento de la economía. En primer lugar, la inflación de costos (cuando los componentes de la materia prima de ciertos productos se encarecen producto de la complicidad de los actores en el mercado) y en segundo lugar, una inflación de demanda donde existe una alta volatilidad (inestabilidad en los precios) agravada por la escasez.

Agrega que en esta situación los beneficiados son quienes se dedican la economía informal, los bachaqueros y las sociedades cómplices entre policías y militares que no dejan llegar la mercancía a los anaqueles.

La contraofensiva del Gobierno

Las acciones del Ejecutivo para estabilizar al país ante los desmanes de la guerra económica no solucionarán a corto plazo la crisis pero el afianzamiento de estas políticas sobre el descontento por más de tres años de guerra económica consumará la solución.

1.- El gobierno de Nicolás Maduro impulsa un nuevo modelo de abastecimiento popular: Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que supone una transformación medular del modelo distributivo.

Cada semana más miles de toneladas son distribuidas por los CLAP en cada barrio. Esta modalidad tiene la cualidad de proteger a la población frente a las asimetrías e irregularidades distributivas, impactando también en la contención de la especulación de productos esenciales.

Los CLAP no son la solución definitiva pero sí es una respuesta para atender directamente a la población porque lleva los alimentos hasta su hogar. 

2.- El precio petrolero: Aún sujeto a inestabilidad, si el precio del crudo crece paulatinamente se hará sentir en el segundo semestre de 2016.

3. Pago de deuda en divisas: En los últimos 20 meses Venezuela amortizó más de 35 mil millones de dólares, no obstante, las calificadoras internacionales de riesgo siguen calificando mal a Venezuela boicoteando posibilidades de financiamiento. China, por su parte, fortalecerá la cooperación financiera con nuevas condiciones de pago.

4. Certificación y monetización de reservas en el Arco Minero: En cuestión de meses serán publicados los hallazgos en reservas en el Arco Minero. Con su certificación, la monetización de estas reservas será posible. Un resultado inmediato será la atracción de nuevas divisas por vía de inversión extranjera en el Arco.

5. Inversión en motores para apalancar producción nacional ya que la economía venezolana es altamente dependiente de importaciones de materias primas y productos.

6. Nuevo sistema de precios

 

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Fotos @teleSURtv
  • Los CLAP garantizan la distribución de alimentos balanceados a los comedores escolares.

    Los CLAP garantizan la distribución de alimentos balanceados a los comedores escolares. | Foto AVN

  • Las casas de alimentación son comedores que financia el Estado para brindar comida a personas en pobreza extrema.

    Las casas de alimentación son comedores que financia el Estado para brindar comida a personas en pobreza extrema. | Foto AVN

  • Personas hacen cola para comprar productos de higiene personal en una farmacia de Caracas, 16 de mayo de 2016.

    Personas hacen cola para comprar productos de higiene personal en una farmacia de Caracas, 16 de mayo de 2016. | Foto Reuters

  • En la foto, una fila de personas fuera de un supermercado en Caracas, Venezuela. 16 de mayo de 2016.

    En la foto, una fila de personas fuera de un supermercado en Caracas, Venezuela. 16 de mayo de 2016. | Foto Reuters

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