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  • "Un país sin educación no tiene futuro”, expresa maestra experimentada de República Centroafricana. (Foto: unicef.es)

    "Un país sin educación no tiene futuro”, expresa maestra experimentada de República Centroafricana. (Foto: unicef.es)

Publicado 21 febrero 2014



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En el último año la mayoría de los colegios de República Centroafricana han sido cerrados a causa de los saqueos, balas, proyectiles y la ocupación de estas instalaciones por grupos armados. Regresar a la escuela es fundamental para los niños atrapados en medio de un conflicto, que se ha dedicado a robar la infancia.

François lleva dos meses sin ir a clases y cuenta que lo que más echa de menos de su antigua vida son sus hermanos y su hermana, que huyeron a la selva de las afueras de Bangui (capital) a causa del conflicto.

Asimismo, extraña a sus amigos y profesores, que se dispersaron por diferentes campos de desplazados, pero especialmente tiene nostalgia por su escuela.

"Echo de menos aprender", dijo François antes de describir el estado en el que se encuentra su colegio. "Se llevaron el tejado, ya no hay puertas y han robado todo lo que había dentro".

Ante este hecho, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) está trabajando para frenar esta crisis educativa, por lo que está construyendo aulas temporales en los principales campos de desplazados para más de 20 mil niños de tres a 18 años de edad.

Regresar a la escuela, considera Unicef, es fundamental para los niños atrapados en medio de un conflicto. Les permite recuperar una sensación de normalidad y estabilidad, así como tener un espacio seguro para aprender, lejos de peligros como ser reclutados por fuerzas y grupos armados, el trabajo infantil, la explotación sexual y otras formas de abuso.

Sino se recupera la educación al principio de una crisis, una generación entera puede quedar anulada para contribuir en la recuperación de su sociedad, señaló.

Los adolescentes corren mayor riesgo de dejar el colegio después de un conflicto. Niños como Benoit, a quien Unicef conoció en una de las aulas temporales, dejó de ir a clase hace cinco meses, cuando las fuerzas insurgentes se instalaron cerca de su casa.

Debido a su edad, 16 años, las probabilidades de ser reclutado por un grupo armado son mucho mayores. “Uno de los grupos se llevó a un amigo”, contó Benoit. “Tenía miedo de salir de casa para ir al colegio”.

Benoit dijo estar muy emocionado por volver a clase, aunque sea debajo de un toldo de lona en el campo de desplazados. “Siento que estoy olvidando cosas”, afirmó. “Quiero continuar estudiando y llegar a ser una persona responsable en este país”.

Las aulas temporales no son el único lugar donde los estudiantes pueden ponerse al día tras varios meses sin ir a la escuela. También son lugares seguros donde pueden expresar sus sentimientos sobre lo que han visto y donde los profesores pueden ayudarles a sobrellevarlo.

Anne, una maestra experimentada lo tiene claro: “Me gustaría asegurarme de que no actúan con violencia y venganza, sino con honestidad y amabilidad. Un país sin educación no tiene futuro”, enfatizó.

República Centroafricana está sumergida en el caos desde que en marzo de 2013 una coalición de insurgentes, de mayoría musulmana, los Seleka, derrocó al presidente François Bozizé. La violencia se apoderó de la población rebelde cristiana y musulmana.


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