El movimiento rebelde chíi de los hutíes tomó control de la estratégica ciudad de Taiz, al sur de Yemen, en su ofensiva por las provincias del sur del país, que están dominadas por los suníes y son fieles al expresidente Abdo Rabu Mansur Hadi.
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Para tomar control de la ciudad, los hutíes enviaron unos 600 efectivos de las Fuerzas Especiales de Seguridad en dos aviones de transporte militar, mientras que otros 200 fueron enviados por tierra, según fuentes castrenses.
Sin embargo, la entrada de los hutíes en Taiz fue rechazada por protestas de cientos de habitantes, que fueron dispersados por las Fuerzas Especiales.
En un discurso televisado, el lider de los hutíes, Abdel-Malek al-Houthi, dijo que su decisión de movilizar a los combatientes era para enfrentar al grupo extremista Al Qaeda y a los militantes del autodenominado Estado Islámico (EI), que se atribuyeron el ataque suicida de este viernes contra dos mezquitas chiíes en Saná (capital).
También prometió perseguir a los militantes suníes detrás del ataque suicida en el que murieron más de 130 de simpatizantes de los hutíes y otros 150 resultaron heridos..
Mientras esto ocurre, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se reúne este domingo para abordar la crisis en Yemen, cuyo rápido desarrollo preocupa a la comunidad internacional, en especial a las vecinas monarquías suníes del Golfo Pérsico, que temen la expansión chií.
Los hutíes ya controlan siete regiones del país (incluida la capital Saná), pero ahora su objetivo es avanzar por las provincias del sur del país Al Dalea, Lahech y Adén, las cuales son predominantemente suníes.
EN CONTEXTO
La crisis en Yemen comenzó por la creación de un proyecto de Constitución presentado por el entonces presidente Abdu Rabu Mansur Hadi, el cual buscaba dividir el país en seis regiones federales. Esta posición era contraria al acuerdo alcanzado en septiembre de 2014 con el movimiento rebelde de los hutíes, denominado Ansarolá, bajo supervisión de Naciones Unidas.
En agosto de 2014 los hutíes consiguieron tomar la capital del país, Saná, tras varias semanas de protestas antigubernamentales que exigían restablecer los precios subvencionados del combustible.