El Tomás Adolfo Ducó fue el escenario del clásico porteño que más romance despierta en los fanáticos del fútbol. En la primera presentación que tuvo Huracán luego del accidente sufrido en Venezuela, el equipo de Eduardo Domínguez recibió a San Lorenzo, uno de los candidatos a quedarse con la corona.
Como es habitual en este tipo de partidos, la presión constante y el temor a la derrota llevaron a que se priorice el juego físico. La calidad de Fernando Belluschi y Pablo Barrientos se opacó por el roce que se generaba en la mitad de la cancha.
Los únicos recursos que se observaban para que se abra el marcador fueron los veloces avances de Ezequiel Cerutti por el sector derecho y la individualidad de Cristian Espinoza para abastecer al solitario Ramón Ábila.
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Una lesión muscular dejó afuera a Nicolás Blandi, quien tuvo que ser reemplazado por Martín Cauteruccio y en la primera intervención que tuvo uruguayo, el Ciclón desperdició un buen contragolpe iniciado por el Pitu.
MarcosDíaz se quedó con el débil remate del ex Quilmes y sacó rápido para Wanchope. El cordobés peinó y MauroBogado encaró a la despoblada defensa azulgrana. Sólo por el perfecto cierre de Gonzalo Prósperi el Globo no festejó.
Los fuegos artificiales que se observaron en el complemento despertaron a los protagonistas, y en la primera escena de la segunda etapa Bogado hizo volar a Sebastián Torrico con un intento de media distancia.
En cambio, el Cuervo se basó en las triangulaciones compuestas por Néstor Ortigoza, Sebastián Blanco yCauteruccio. Además, el laboratorio de Pablo Guede estuvo cerca de provocar el gol. Mediante un tiro de esquina, elaborado en la semana, Matías Caruzzo dilapidó la chance por encima del travesaño.
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