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Gustavo Castro regresó a México el pasado 1 de abril.

Gustavo Castro regresó a México el pasado 1 de abril. | Foto: EFE

Publicado 4 abril 2016



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El activista mexicano, único testigo del asesinato de Berta Cáceres, analiza con sus abogados demandar al Gobierno hondureño por retenerlo en ese país de manera ilegal durante un mes y no garantizar su protección.

El ambientalista mexicano Gustavo Castro, testigo del asesinato de la líder hondureña Berta Cáceres, dijo este lunes que considera la posibilidad de demandar al Gobierno de Honduras por no garantizar su seguridad y violar sus derechos durante la investigación del crimen.

"Lo estamos viendo todavía con los abogados, lo estamos analizando", dijo durante una conferencia de prensa en Ciudad de México.

Gustavo Castro regresó a México el pasado viernes 1 de abril, un mes después de haber sido testigo del asesinato de Berta Cáceres, debido a que las autoridades de Honduras habían emitido un alerta migratoria en su contra.

"De una manera ilegal, inconstitucional, me prohíben la salida sin determinar tampoco las razones ni cuántas diligencias" dijo el ambientalista. 

"No hay ley de víctimas allá, no hay un reglamento para el mecanismo de protección de derechos humanos, no hay un reglamento para los testigos protegidos, entonces no había ningunas condiciones legales y públicas que garantizaran mi seguridad en un país donde yo había sido testigo de un asesinato", aseveró.

El ambientalista explicó que la presión internacional debido a "lo absurdo" de su permanencia en Honduras, hizo que las autoridades de ese país decidieran permitirle regresar a su país.

El activista mexicano Gustavo Castro Soto, único testigo del asesinato de la líder indígena Berta Cáceres, es un sociólogo de 52 años de edad que ha dedicado gran parte de su lucha social a la defensa del medio ambiente ante las amenazas de la industria extractiva. 

El pasado 3 de marzo, Gustavo Castro resultó herido a manos de los atacantes de Berta Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), que fue asesinada a tiros en su vivienda.

El esfuerzo de Cáceres contra la construcción de una represa hidroeléctrica que desplazaría a cientos de indígenas de Honduras y la organización de grupos contra la extracción de recursos naturales, la convirtió en una amenaza para los intereses de las transnacionales y sectores capitalistas. 

>> La lucha de Berta Cáceres


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