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Benigno Aquino, (Izq), entrega la presidencia a su sucesor, Rodrigo Duterte.

Benigno Aquino, (Izq), entrega la presidencia a su sucesor, Rodrigo Duterte. | Foto: AP

Publicado 30 junio 2016



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El nuevo presidente de las Filipinas inicia su sexenio con la advertencia que no tolerará a funcionarios corruptos. Su antecedente indica que librará una guerra frontal contra el crimen.

Rodrigo Duterte tomó posesión este jueves como el presidente número 16 de las Filipinas y minutos después se dirigió a su pueblo para decirles que librará una guerra “incansable” y “sostenida” en contra del crimen, al tiempo que advirtió a funcionarios de gobierno que no tolerará la corrupción.

En su discurso de inauguración presidencial, Duterte, quien ganó las elecciones por abrumadora mayoría, dijo que existía entre la población una arraigada desconfianza en los dirigentes del país y que la gente tiene hambre de cambios.

El exalcalde de la Ciudad de Davao llegó al poder con promesas de librar una “sangrienta guerra” contra el crimen y una acción contundente contra la corrupción.

Tras tomar juramento como el nuevo presidente, Duterte prometió transformar a fondo el sistema político del país.

“Yo veo una que se ha erosionado la confianza que el pueblo tiene en sus líderes”, reiteró. “Se ha erosionado nuestra fe en el sistema judicial. Se ha socavado la confianza que existía en la capacidad de nuestros servidores públicos para mejorar la vida del pueblo y brindarles mayor salud y seguridad”.

El mandatario electo ya prometió que limpiaría las calles de Filipinas como lo hizo en su ciudad como alcalde. EFE

Duterte, cuyo apodo es “El Castigador”, redujo de manera dramática el crimen en Davao, aunque las críticas no se hicieron esperar. Activistas dijeron que la victoria tuvo un costo en el renglón de los derechos humanos.

El nuevo presidente reiteró su advertencia contra la corrupción y su objetivo de distribuir la riqueza a través de todo el país. Duterte inicia su sexenio como presidente acompañado de su vicepresidente Leni Robredo.

Durante sus 22 años en la alcaldía de Davao, Duterte se hizo de una reputación de hablar con claridad, con un lenguaje directo, sin tapujos y por su lucha contra criminales.

Hace un mes, Duterte afirmó "pediré al Congreso que restablezca la pena de muerte por ahorcamiento". También indicó que dará órdenes a las fuerzas de seguridad para que tiren a matar en su lucha contra el crimen organizado o contra aquellos que se resistan violentamente al arresto.

"A todos ustedes que andan con drogas, a ustedes, hijos del diablo, de verdad que los voy a matar", había gritado la noche anterior a las elecciones el también llamado "Harry el Sucio", quien es acusado de estar detrás de los "escuadrones de la muerte", un grupo que ha asesinado a mil supuestos criminales desde 1990. "No tengo paciencia, ni término medio. O me matan a mí o los mato a todos, idiotas", agregó el hombre de 71 años de edad.

En materia de diplomacia, Duterte, quien pese a que prometió montarse en un moto esquí con la bandera filipina e ir hacia una disputada isla en el Mar de la China Meridional, las relaciones con Beijing parecen que están por mejorar. Duterte parece inclinarse más por el diálogo y el debate para desarrollar una relación más pragmática con China.

En cuanto a su vicepresidenta, Robredo, la política interna parece estar dirigida a combatir la pobreza.

En contexto
Filipinas ha registrado un incremento en su Producto Interno Bruto (PIB) del 6,2 por ciento, un desarrollo que no se había registrado en el país desde los años 70. Cabe acotar que este crecimiento ocurre en un contexto de crisis económica mundial.
No obstante, Filipinas parece haber quedado atrás en el ámbito social. Según informó la agencia EFE, los ciudadanos sufren altos índices de drogadicción, crimen y corrupción. De allí el alto posicionamiento de Duterte, quien como alcalde ha limpiado su ciudad de dichos problemas.
Durante su campaña, tras múltiples críticas que recibió de parte de la opinión pública y de países como Australia y Estados Unidos por haberse burlado del asesinato y violación de una misionera australiana en una cárcel del archipiélago, Duterte anunció que estaba listo para romper relaciones diplomáticas con ambos países si era presidente.
El proyecto macro del nuevo presidente es transformar a Filipinas en un país federal para evitar los males creados por un Gobierno centralizado.

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