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Desde la lactancia es importante consumir más fibras; menos grasas y azucares.

Desde la lactancia es importante consumir más fibras; menos grasas y azucares. | Foto: Fundación

Publicado 14 noviembre 2015



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 La diabetes ha dejado de ser un mal de adultos para convertirse en la segunda enfermedad crónica más común en la infancia. 

Si tu bebé es un “gordito” porque lo consientes con un dulce o chocolate, le haces tetero con mucha azúcar refinada, te encanta que se distraiga viendo comiquitas (caricaturas) largas horas y no le prestas atención cuando te pide ira al parque a correr o jugar, pues estás empujándolo hacia los brazos de la diabetes. 

En el mundo hay más de 22 millones de niños menores de cinco años obesos o con sobrepeso, de los más de 17 millones que habitan en países en desarrollo. Todos, sufren un mayor riesgo de sufrir diabetes tipo 2 (diabetes del adulto). 

Así lo estima la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de la Diabetes (IDF), entidades que a partir del 2007 consideran esta enfermedad tan peligrosa como el SIDA y la tuberculosis. 

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La relación entre obesidad y diabetes está más que probada. Un 90 por ciento de los diabéticos tipo 2 presenta sobrepeso, condición que aumenta también el riesgo de cardiopatías, apoplejías y algunos cánceres. 

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La diabetes tipo 2 es un padecimiento que dura toda la vida (crónica) en la que existe un alto nivel de azúcar (glucosa) en la sangre. Por lo general es más común que la tipo 1 o hereditaria. 

Hasta hace unos años, la mayoría de casos de diabetes infantil detectados eran de tipo hereditario. Sin embargo, actualmente, más del 20 por ciento de los casos están vinculados al peso corporal. 

 

 

 

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Existen otros factores que también hacen a los pequeños proclives a padecerla, tales como infecciones por virus, alteración de las defensas del organismo, malos hábitos de alimentación, bajo consumo de frutas y verduras frescas, alto consumo de comida “chatarra”, así como llevar una vida sedentaria; muchos niños pasan mucho tiempo viendo televisión o en una computadora. 

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Prevenir la diabetes tipo 2 desde la lactancia

La prevención puede iniciarse con la lactancia, ya que con ésta se evita la alimentación artificial, que es rica en azúcares.

Se debe entonces proporcionar a los niños una alimentación saludable, que incluya una dieta rica en fibras y pobre en azúcar.

Desde pequeñitos se les debe motivar a realizar ejercicios o practicar algún deporte. 

En muchos casos, y en clara diferencia con la tipo 1, la diabetes tipo 2 puede prevenirse si se mantienen unos hábitos de alimentación saludables y se combinan con una actividad física moderada.

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La diabetes tipo 1 no se previene aparece de pronto en los niños y jóvenes.
En este caso el propio sistema inmunitario del paciente produce la destrucción de las células beta del páncreas, lo que origina una deficiencia total de insulina, siendo ésta la hormona que regula la azúcar en la sangre. 
Mientras que la tipo 2 puede evitarse con una ingesta adecuada de los bebes desde su lactancia. 
Las personas o niños con tipo 1 no producen insulina y necesitan inyectarse; con tipo 2 sí la producen pero no en cantidades necesarias para el cuerpo. 

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Lo ideal sería disminuir en los niños el consumo de azúcares de absorción rápida como la refinada, morena, cristal y de miel, y sustituirlas por los azúcares que ya existen en las pastas y frutas.

Según un estudio preliminar realizado por el grupo de diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP), aproximadamente 39 por ciento de los niños, es decir, 4 de cada 10, son diagnosticados en situación de cetoacidosis, una complicación grave de esta enfermedad. 

Consecuencias de la diabetes en los niños

Las consecuencias, si no se sigue el tratamiento adecuado, se registran a largo plazo.

Ceguera, hipertensión, infarto, derrames, impotencia sexual, enfermedades renales y pulmonares, disminución de la capacidad del organismo para combatir infecciones y cicatrizar heridas, altas probabilidades de tener problemas con los pies, enfermedad de las encías que puede ocasionar pérdida dental, entre otros males pueden aparecer. 

Los menores en la actualidad son más sedentarios que los de las generaciones anteriores debido, entre otras razones, al mayor nivel de urbanización y mecanización, a la evolución de los sistemas de transporte y al largo tiempo que pasan ante la pantalla del televisor o el ordenador.
Un estudio realizado en China con escolares de zonas urbanas, calculó que la tasa de sobrepeso y obesidad había pasado de cerca de un 8 por ciento en 1991 a más de un 12 por ciento al cabo de seis años.
En el Brasil, ese índice, calculado en niños y adolescentes de 6 a 18 años, se había más que triplicado entre mediados de los setenta (un 4 por ciento) y 1997 (más de un 13 por ciento).

Síntomas de la diabetes en los niños

Tipo 1: 

- Aumento rápido de los niveles de azúcar en la sangre 
- Sed intensa 
- Necesidad de ir frecuentemente a orinar 
- Pérdida de peso sin causa aparente 
- Dolor abdominal, vómitos 
- Cansancio, debilidad 
- Visión borrosa 
- Irritabilidad

Tipo 2:
Normalmente, no presenta síntomas, pero ocasionalmente puede aparecer: 
- Sed intensa 
- Necesidad de orinar con frecuencia 
- Pérdida de peso 
- Visión borrosa

 

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Si para un adulto diabético, es difícil observar una dieta y seguir todas las indicaciones médicas; más difícil es para un niño.
Es por ello que cuando se diagnostica a un infante, tanto la familia, como el pequeño paciente, necesitan de apoyo psicológico y deberán aprender cómo manejar este problema de salud toda su vida. 

Por su parte, la doctora Catherine Le Galés-Camus, subdirectora General de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental, dijo que “luchar contra la obesidad infantil es un medio muy eficaz de prevenir la diabetes en el futuro”. 

La sed es uno de los síntomas más comunes.

Insistió en que “la epidemia de obesidad puede llegar a colapsar un sistema de salud, y ello en cualquier parte del mundo”. 

 

 

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Otras maneras de prevenir la diabetes infantil

Los padres pueden recurrir a pequeños cambios de vida que pueden lograr grandes resultados. Restringir las chucherías o golosinas, hacerle seguimiento a la obesidad del infante, evitar las bebidas gaseosas e incrementar las caminatas que tanto les gustan a los pequeños, ayudaría a reducir el riesgo de padecer la enfermedad. 


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