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El proceso de dejación de armas marca el compromiso de las FARC-EP en cumplir los acuerdos de paz.

El proceso de dejación de armas marca el compromiso de las FARC-EP en cumplir los acuerdos de paz. | Foto: EFE

Publicado 27 junio 2017



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Para el 1° agosto, la Misión ONU Colombia habrá extraído la dotación de armas de seguridad y de los contenedores de las Zonas Veredales.

El pueblo colombiano experimenta este martes uno de los días más relevantes de su historia, con la culminación del proceso de dejación de armas por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias - Ejército del Pueblo (FARC-EP), desde Buenavista, vereda del municipio de Mesetas en Meta.

Las primera palabras durante el acto estuvieron a cargo del jefe de la Misión ONU Colombia, Jean Arnault, quien destacó que desde agosto de 2016 se ha dado fe del cese bilateral del fuego cabalmente y se han recibido un total de 7.132 armas individuales en las zonas donde están concentrados (zonas veredales).

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"Para el 1° de agosto la misión habrá extraído los contenedores de las zonas vederales. En cuanto a la extracción de caleta informamos que 77 caletas han sido extraídas al día de hoy", resaltó Arnault.

Esta acción simboliza el final de un conflicto que se ha extendido por más de medio siglo en Colombia y que ha dejado numerosas víctimas para el país a lo largo de los años.

¿Qué significa la dejación de armas?

Las experiencias con diversos movimientos insurgentes en el mundo han demostrado que la entrega de armas es vital para desactivar el conflicto y reducir la violencia que pueda desarrollarse posteriormente.

Históricamente, el simbolismo del acto de dejación de las armas representó la intención de los grupos al cese de las hostilidades y optar por vías pacíficas al poder, lo que derivaría en la desmovilización de los grupos y su consolidación como partidos políticos.

En Colombia, están los casos emblemáticos del Movimiento 19 de abril (M-19) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), grupos insurgentes que, en la década de los 90, negociaron la paz e iniciaron un proceso similar al ejercido actualmente por las FARC-EP.

En el caso de ambas agrupaciones, la dejación de armas significó su posterior reinserción a la sociedad como organizaciones políticas.

Entrega de la totalidad de sus armas

El grupo insurgente de las FARC-EP se ha comprometido, a lo largo del proceso, a la entrega del 100 por ciento de sus armas.

Sin embargo, desde diversos sectores opuestos a los acuerdos de paz, existe el temor a que las FARC-EP no entregue la totalidad del armamento disponible y opte por resguardarlo en caletas, lugares que sirven de escondite y donde se guardan artículos ilegales en su mayoría.

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En este sentido, los dirigentes de las FARC-EP han garantizado que cumplirán con los acuerdos de paz. Asimismo, está entre las previsiones localizar, vaciar y desactivar las caletas activas que pudieran existir, para lo que se fijó un plazo de tres meses.

"La dejación de armas, cabalmente ejecutada hasta el momento, es tan solo uno de los compromisos mutuos por cumplir", afirmó el dirigente insurgente Pablo Catatumbo.

Por otra parte, el papel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la recepción del armamento, acompañamiento y verificación ha dotado de credibilidad al acuerdo.

En la historia de los procesos de paz en Colombia, ningún grupo insurgente había aceptado la participación del organismo internacional. En los casos del desarme del M-19 y el EPL, ambas agrupaciones dejaron su armamento en manos de la Internacional Socialista, la organización de partidos socialdemócratas y laboristas.

Pese a ciertos incumplimientos por parte del Gobierno colombiano durante los acuerdos de paz iniciados en 2015, el proceso consiguió concretarse gracias a la disposición del grupo insurgente de cumplir con éxito sus obligaciones.

Además, el respaldo de la comunidad internacional, especialmente de los países garantes como Cuba, Ecuador, Venezuela, Noruega y Chile, junto a la participación de la ONU ha sido fundamental para darle garantía y seguridad al acuerdo de paz.


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