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Las mujeres de la etnia garífuna son las responsables de los rituales para invocar la protección de los ancestros.

Las mujeres de la etnia garífuna son las responsables de los rituales para invocar la protección de los ancestros. | Foto: EFE

Publicado 8 marzo 2016



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Las mujeres de América Latina se han destacado en la lucha por reivindicar sus derechos.

Las mujeres están al frente de las luchas más importantes de Latinoamérica, y teleSur te trae las organizaciones de mujeres que están cambiando y redefiniendo la política latinoamericana.

Comando Colibrí en México: un grupo autónomo y de autodefensa
Hace tres años, un conjunto de mujeres decidió crear un grupo de defensa personal en la Ciudad de México como respuesta a la violencia que viven a diario las mujeres en esa ciudad. La idea del grupo era romper con la victimización de la mujer y superar el miedo a ser acosada verbalmente o acosada sexualmente en los espacios públicos.

La coordinadora de la organización, la investigadora colombiana María Teresa Garzón Martínez, cuenta que el colectivo trata sobre “entrenar para esa pelea que no daremos nunca”.

“Ya antes había tenido algo de experiencia con la defensa personal cuando tuve la oportunidad de hacer boxeo tailandés, aquí, en Ciudad de México. Junto con otras jóvenes, le propusimos a nuestro instructor hacer talleres en el Parque Viveros, sin equipo. Después la Academia Bonebreakers de la Ciudad de México nos ofreció sus instalaciones y entrenamiento técnico con sus instructores, y luego decidimos dar el siguiente paso y organizar mejor ciertos aspectos. Comenzamos a formar a nuestras propias instructoras y a dar clases pagas para poder cubrir nuestros gastos básicos”.

>> Las mujeres campesinas en América Latina

Usando una frase de una canción de Shakira, Garzón afirma que “Nosotras hablamos de víctimas casi perfectas”, ya que  “las mujeres, o cierto tipo de cuerpos que incluyen a las mujeres, han sido socializadas en el imaginario colectivo como más delgadas, más débiles y más fáciles de asustar. De acuerdo con esta representación, las mujeres no se defenderían en una situación de ataque, lo que las convierte en las víctimas perfectas para cualquier agresor. Es por esa razón que nosotras tenemos un papel de víctimas, aunque víctimas casi perfectas porque allí hay algo que nosotras debemos hacer fallar y usarlo a nuestro favor.  Eso tiene que ver con desaprender un montón de cosas y reaprender otras que en la práctica se logra y te permite tener conciencia de tu cuerpo, te muestra la memoria que tiene tu cuerpo”.

La idea del nombre “Colibrí” nace de la versión africana de una historia popular que trata sobre un pequeño pájaro que se enfrenta a las llamas por sí solo: mientras los demás animales huían del bosque, el colibrí fue hasta un lago para cargar agua e intentar apagar el fuego gota por gota. “Nosotras estamos seguras de que si hacemos lo que nos corresponde como mujeres, como feministas, y aún siendo el grupo más vulnerable de la población en el mundo, podremos volver a habitar el bosque. No queremos sobrevivir, queremos vivir la vida misma y, de esa forma, hacer la vida más soportable".

Flor de Azaela en Ecuador: el colectivo de trabajadoras sexuales más antiguo de Latinoamérica

El colectivo Flor de Azaela es la asociación de trabajadoras sexuales más antigua de Ecuador y, probablemente, de Latinoamérica. Se fundó en 1982 y tiene su sede en la ciudad costera de Machala.

La organización está comprometida con una serie de actividades destinadas a defender los derechos de las trabajadoras sexuales a través de la negociación con las autoridades locales y estatales. Asimismo, se opone encarecidamente a la criminalización o a cualquier otra forma de opresión legal del trabajo sexual y buscan el reconocimiento de este como trabajo.

El colectivo autónomo abarca tanto a las mujeres que trabajan en las calles como a aquellas que operan en espacios cerrados como burdeles y clubes nocturnos. Las trabajadoras sexuales en las calles, sin embargo, son las que están más expuestas al acoso policial y a la estigmatización social.

Todas las mujeres en la asociación son adultas independientes, de orígenes generalmente humildes y a menudo con parejas y familia. En Ecuador, el acceso a los servicios médicos representa el principal desafío para las trabajadoras sexuales.

La Casa del Encuentro en Argentina: organización que lucha contra la ola de feminicidios
La Casa del Encuentro fue fundada hace 13 años, pero en los últimos años  se volvió un actor prominente en la visibilización de los feminicidios, lo que contribuyó a que se reconociese lo arraigado y sistémico que es el problema.

En 2008, la organización empezó a reunir las primeras estadísticas nacionales de feminicidio.

La Casa del Encuentro define feminicidio como un acto político: el asesinato de una mujer por un hombre que la considera su propiedad. Desde el año 2012, el código penal de Argentina reconoce el feminicidio, y aquellos juzgados culpables podrían enfrentar cadena perpetua.

El trabajo de esta asociación, así como una serie de casos destacados de feminicidio en 2015, provocó que los argentinos salieran a las calles en protesta a la normalización de la violencia de género. La etiqueta #NiUnaMenos en rechazo de la violencia de género se volvió viral y fue retuiteada por personalidades como la entonces presidenta Cristina Fernández, el futbolista Lionel Messi y el tenista Juan Martín del Porto.
No obstante, la organización considera que si bien la indignación popular es un signo positivo del aumento de la conciencia en torno al tema, los feminicidios no acabarán hasta que las leyes sobre feminicidios sean implementadas correctamente, ya que desde que se aprobó la ley en 2012, tan solo se han pronunciado tres sentencias.

La casa del Encuentro también lucha por una mejor capacitación para las personas que trabajan en los tribunales y en la policía, así como una mejor educación sexual en las escuelas y verdaderas medidas de protección para víctimas de violencia de género.

Luchando por una legislación sobre el aborto en uno de los países más conservadores del mundo: Chile

En Chile, si una mujer decide terminar su embarazo -aún si su propia vida está en riesgo, su embarazo es resultado de una violación o si el feto aún no es considerado viable- podría enfrentar hasta cinco años de prisión.Tan solo otros cinco países del mundo contemplan el encarcelamiento como medida para las mujeres que se practique un aborto: El Salvador, Nicaragua, Malta, República Dominicana y el Vaticano.
Sin embargo, la presidenta Michelle Bachelet introdujo un proyecto de ley en el Congreso para despenalizar el aborto en al menos los tres escenarios anteriormente mencionados, como una forma de cumplir su promesa electoral; pero luego de más de un año, la coalición que está gobernando y que goza de una mayoría en el Congreso, continúa teniendo opiniones divididas sobre la ley, en especial, en la cláusula sobre violación.

Pero a pesar de encontrarse en una sociedad inmensamente conservadora, un puñado de grupos defensores de los derechos de las mujeres han decidido movilizarse y exigir el derecho a tener acceso a abortos seguros siempre que así lo deseen.  Entre ellos se encuentra la organización Miles, fundada en el 2010, y que publicó un vídeo en el 2015 que causó controversia más allá de las fronteras chilenas por mostrar los riesgos a los que se exponen las mujeres chilenas al terminar un embarazo en condiciones extremadamente inseguras.

“No estamos peleando por algo extraordinario”, afirmó Claudia Dides, vocera de Miles, haciendo referencia al hecho de que el aborto estuvo permitido en Chile durante todo el siglo XX hasta que fue abolido por el dictador Augusto Pinochet en 1989. Dides agrega que los legisladores deberían recordar que, en promedio, 17 chilenas presentan diariamente cargos por violación.

Mujeres afroindígenas lideran los esfuerzos por los derechos sobre la tierra en Honduras

Las mujeres afroindígenas de la comunidad Garífuna dirigen la lucha en contra de las políticas neoliberales de Honduras y la privatización de la tierra. La cultura garífuna, que se encuentra en las zonas costeras de Belice, Nicaragua y Honduras, es matriarcal, y el respeto de la comunidad hacia los derechos de las mujeres sobre la tierra proviene de su mezcla tanto con los africanos esclavos y náufragos como con los pueblos indígenas del Caribe.

Miriam Miranda, coordinadora de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) explica lo siguiente:
“En la última década, los garífunas han definido dos aspectos fundamentales de nuestra estructura: el papel de la mujer y la juventud. Los garífunas viven en una sociedad matrilineal; nosotras desempeñamos un papel fundamental y las mujeres están al frente de la resistencia. Las mujeres están tomando las decisiones y son las principales custodias de nuestro pueblo”.

Asimismo, las mujeres son las que llevan a cabo los rituales necesarios antes de cualquier acción colectiva para invocar la protección de los ancestros en la comunidad. Es común ver a las mujeres asumir una variedad de papeles en la mayoría de marchas, tomas de tierra y reuniones políticas, ya sea como voceras de la comunidad o líderes espirituales.

Aunque dependen de la tierra y el mar para su nutrición física, los garífunas han desarrollado también una conexión espiritual con la costa de Centroamérica a través de su religión, Dugu, en la que son las mujeres las que dirigen “los distintos rituales que requieren el acceso a la tierra y el mar para poder cumplir las peticiones de los ancestros”. Las mujeres realizan tres ceremonias especiales: Amuyadahani (bañar al espíritu de la muerte), Chugu (alimentar a la muerte) y el Dugu (banquete para la muerte).

La relación entre las mujeres garífunas y su tierra constituye la base de la composición social del pueblo garífuna y sus tradiciones.

>> La lucha de Berta Cáceres


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