Este miércoles se cumplen 190 años de la batalla de Junín, último enfrentamiento armado que sostuvieron el ejército patriota comandado por Simón Bolívar y el ejército realista español que llevó a la independencia de Perú.
La batalla de Junín, que selló la independencia de Perú, fue librada el 6 de agosto de 1824, en las pampas contiguas al lago Junín, en la cordillera central peruana, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar.
En el mes de febrero, tras la declaración de independencia del Perú, los realistas ocupaban los alrededores del lago Junín. En junio, Simón Bolívar, Presidente de la Gran Colombia, tomó conocimiento de ello y se trasladó con su ejército a la zona ocupada, con el objetivo de enfrentarse a los españoles que estaban al mando de José de Canterac.
“Soldados, vais a completar la obra más grande que el cielo ha podido encargar a los hombres … El Perú y la América entera aguardan de vosotros la paz, hija de la victoria ¡Vosotros sois invencibles!” Simón Bolívar
La batalla se inició con la ofensiva de los mil 200 jinetes de Canterac, contra la vanguardia de los patriotas, que parecía iba a ser barrida, pero la oportuna entrada en combate de los Húsares del Perú, comandados por el argentino Isidoro Suárez, y por los Húsares de Colombia, al frente de quienes se encontraba el venezolano José Laurencio Silva, decidió la acción a favor de las armas independentistas.
No se escuchó un solo disparo; la acción se libró enteramente a golpes de sables y de las lanzas de los llaneros venezolanos. Daniel Florencio O’Leary, un irlandés al servicio de los insurgentes escribió:
" (...) El terrible silencio no fue interrumpido más que por la estridente voz de los clarines, el choque de las espadas y de las lanzas, el galopar y piafar de los caballos, las maldiciones de los vencidos y los lamentos de los heridos”
Después de la victoria, las palabras de Simón Bolívar fueron:
“La campaña que debe completar vuestra libertad ha empezado bajo los auspicios más favorables. El ejército del general Canterac ha recibido en Junín un golpe mortal, habiendo perdido, por consecuencia de este suceso, un tercio de sus fuerzas y toda su moral. Los españoles huyen despavoridos abandonando las más fértiles provincias (...) Bien pronto visitaremos la cuna del Imperio peruano y el templo del Sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad más placer y más gloria que bajo el dorado reino de sus Incas”.