Semiótica de la Televisión: Las trampas de la “representación” televisada | Blog | teleSUR
8 septiembre 2016
Semiótica de la Televisión: Las trampas de la “representación” televisada

Influye también, en los modos de producción de “sentido” televisual, el problema de su carácter representativo o participativo. Al ya de suyo odioso modelo de manejo de los “tiempos televisivos” ahogado por el imperio de la publicidad y del fundamentalismo de la mercancía, hay que añadir el modelo intermediarismo que la televisión comercial ha hecho suyo para imponernos su relato, sus gustos, sus valores y sus deyecciones ideológicas. Una verdadera calamidad.

Semiótica de la Televisión: Las trampas de la “representación” televisada

Todo se reduce a imponernos alguien o algo que nos lo “explica” todo, con sus medios y con sus modos. A su capricho y a su conveniencia. Nos leen “noticias” que ellos deciden y que ellos dicen (con voz exagerada e impostada) son “lo más importante”. Nos dicen qué debemos comprar, a qué precio, con qué “virtudes” y con qué sumisión. A crédito o al contado. Nos dicen quién y qué es “bello”, “seductor”, “sensual”, “atractivo”, “elegante”, “exitoso”...  nos ponen sus plazos y nos ponen sus ritmos. Nos manejan el diccionario, el vestuario, el imaginario y el reloj. En tiempo real. 

Para todo hay siempre un representante explicador, vendedor o conductor... empeñado en hacerse el simpático, el eficiente, el esclarecido o el iluminado. Dispuesto a llevarnos al edén de sus intereses políticos, ideológicos y comerciales. Principalmente comerciales. La televisión mercantil es una máquina de guerra ideológica plagada con intermediarios que a tiempo completo están listos para borrarnos de la cabeza toda idea, toda posibilidad y toda oportunidad de participación autónoma. Siempre hay alguien que cuenta chistes por nosotros, siempre hay alguien que canta canciones por nosotros, que baila, que informa, que cocina, que “sabe”, que “entiende”, que “dice”, que “sonríe”, que “saluda”... por nosotros y sin nuestra autorización o previo acuerdo. Es el “mundo” de ellos que dice “representarnos”. Y nos lo cobran. 

Los más “vivos” se dieron cuanta de su dictadura de la representación y nos inventaros, también, la forma de “participación” que a ellos les conviene. Entonces usan a los pueblos como decorado, como aplaudidores, como escenografías siempre que hace falta alguna justificación “democrática” o “popular” de lo que a ellos les conviene. Dicen que “el público opina”, “participa” cuando ellos dicen, como ellos dicen, hasta que ellos deciden. Demagogia reloj en mano. No pocas televisoras públicas están infectadas con ese veneno ideológico televisivo “representativo” que harta, que duele, que ofende y que ninguna a los pueblos “a todo color y de frontera a frontera”.

No hemos visto, todavía, una Televisión Participativa verdadera. Salvo casos incipientes y dolorosamente incomprendidos, como VIVE TV de Venezuela -en sus inicios-, algunas televisoras comunitarias que lograron salvarse de parásitos intermediarios de todo tipo (Iglesias, ONG´S, partidos políticos oportunistas, Mesías...) La Televisión Participativa, como Democracia Participativa, está por construirse. Hacen falta mucho trabajo y mucha atención crítica para eliminar de nuestras cabezas (y de las televisoras que los pueblos dirijan) el peligro de repetir el discurso burgués, el discurso del patrón en las pantallas. Como si fuese nuestro. Hace falta agudeza y experiencia, hace falta desconfianza práctica, y vigilancia científica, para no ser víctimas de la inoculación ideológica que nos representa como a ellos les conviene. 

La lucha de clases también se expresa en las pantallas. No vamos a cansarnos en insistir en la urgencia de romper con los modelos burgueses de comunicación, aprovechando críticamente sólo aquello que sea aprovechable (fundamentalmente tecnológico) y desechando todo lo que de más odioso tiene un modelo de “producción de sentido” en Televisión, especializado en borrar de los ojos de los pueblos a los pueblos mismos y especializado en criminalizar -por la Tele- a los líderes sociales y las luchas sociales que hacen hasta lo inimaginable por participar en la creación de un mundo nuevo, justo, sin guerras, sin hambrunas, sin clases y a la vista de todos. Terminemos con la propiedad privada de la televisión y con los monopolios. Una Televisión Participativa es posible, es necesaria y es urgente. 


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Perfil del Bloguero
Fernando Buen Abad Domínguez es mexicano de nacimiento, (Ciudad de México, 1956) especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica. Es Director de Cine egresado de New York University, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía. Miembro del Consejo Consultivo de TeleSUR. Miembro de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Rector-fundador de la Universidad de la Filosofía. Ha impartido cursos de postgrado y conferencias en varias universidades latinoamericanas. Ha obtenido distinciones diversas por su labor intelectual, entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar que otorga el Estado venezolano. Actualmente es Director del Centro Universitario para la Información y la Comunicación Sean MacBride y del Instituto de Cultura y Comunicación de la Universidad Nacional de Lanús
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