Lo primero que hay que dejar en claro es que el sector privado empresarial no es el sector productivo, ni en Venezuela, ni en ninguna parte del mundo.  Ese sector, simplemente, es el dueño de los medios de producción y han sido quienes en la IV República se encargaron de adecuar todos los modos de producción asu favor, con todas las  leyes a su medida y el parasitar al Estado como forma de su preservación y falso desarrollo económico, que nunca lo ha habido en Venezuela en favor de los trabajadores y de la riqueza nacional.

La riqueza ha ido fácilmente a los bolsillos de esa burguesía empresarial y los únicos que son el verdadero sector productivo son los trabajadores, sobre todo,  la clase obrera, la que nunca ha tenido el privilegio de que la traten con guantes de seda, como sí han hecho hasta hoy con dicho sector privado empresarial, parasitario por naturaleza, que en las relaciones sociales de producción capitalista, dentro de la clase trabajadora, aunque alineada y autoengañada, está la llamada “clase media”, que se siente burguesa sin serlo,  pero que la imita en toda su extensión, además de que su forma de vida es un remedo feo de la clase que la explota, la que se vale de su conocimiento científico y sus saberes profesionales.  

Pues bien, resulta que luego del horrible revés electoral que hemos padecido en Venezuela, gracias a los causantes de las largas colas en comercios y servicio, al sobreprecio y especulación, con la corrupción asociada, que le dejó pingües ganancias a ese sector privado empresarial, el gobierno nacional, presidido por Nicolás Maduro, ha tenido la consuetudinaria y obstinada buena voluntad de promover reuniones con este sector en mesas de trabajo para reimpulsar el aparato productivo, generar productos y servicios hechos en Venezuela.

Pero, ese sector que antes de la derrota electoral del pasado 6-D,   odiaba al gobierno chavista, financiaba a las oposiciones guarimberas, robaba al Estado y cuando mucho le pelaba el diente al funcionario de turno del gobierno para sacarle dólares de CADIVI ySICAD, ahora no quiere absolútamente nada con el gobierno, más allá de aprovechar la circunstancia para doblarle el brazo al Ejecutivo Nacional a cambio de nada y poniendo al régimen de rodillas, como buscando cualquier cosa parecida a la capitulación a cambio de una falsa paz, hasta nuevo aviso.

Este sector empresarial criollo no reimpulsará absolútamente nada, que no  sea la riqueza parasitaria. Pero,  este sector sí está agudizando la crisis y guerra económica contra el  Pueblo y contra el gobierno, pasando del “Desabastecimiento Programado e hiperinflación artificial”, a la “escasez absoluta” de alimentos, productos y servicios, para así, agudizar la irritación social, de manera que cuando el gobierno estadounidense ordene, desde la Asamblea Nacional con mayoría de fascioparlamentarios, le quiten la espoleta a la granada, como hará el adeco que amasó fortuna amañada con su parentela D’Agostino, apenas le den la orden, toda vez que el distractor y aparente recule de desacato al Tribunal Supremo de  Justicia (TSJ), surta su efecto esperado en la  población, tal y como han planificado en los laboratorios de guerra sucia.

Ante este panorama, lo urgente en cuanto a la economía venezolana y con el escenario de la caída del precio de barril de petróleo, tiene que ver con lo más sensible para  las y los trabajadores, como loson: a) Tener a la  mano los alimentos, productos y servicios; b) Nada de cosmetizar el engaño del supuesto “sincerar precios”, sino enfrentar el sobreprecio y especulación; c) reconvertir el signo monetario protegido con medidas a corto y mediano plazo.

Es posible liquidar la guerra económica que han desatado los parásitos del sector privado empresarial, con medidas urgentes en unos casos y, fundamentalmente, en otros,   obligando a que las instituciones como la SUNDDE, funcionen. 

Con la guerra económica, más las tácticas políticas en los últimos días que avanzan desde el bastión alcanzado por la derecha plutocrática, ésta intenta derrocar al Presidente Nicolás Maduro y no se va a detener en acuerdos para ningún desarrollo nacional. Sólo la clase obrera venezolana es capaz de dar lo que erróneamente algunos están esperando del sector privado empresarial.