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2 mayo 2017
¿Quién le teme a la Unión Europea?

Los mass media botín de los servicios de Inteligencia.

¿Quién le teme a la Unión Europea?

Visto y considerando que la Unión Europea es un amasijo añejo de tragedias humanas. Que en sus crisis seriales ha asesinado, directa e indirectamente, a millones de personas. Que ha destruido caudales inmensos de patrimonios culturales tangibles e intangibles. Que en su seno se maceran las peores deyecciones de monarquías rancias y “democracias” burguesas infestadas de corrupción y criminalidad. Que, por colmo, es hoy otro reino servil de los yanquis que los espían a mansalva y que los arrodilla ante los caprichos macabros de la OTAN.

Todo adosado con operaciones mass media de guerra psicológica.

Visto y considerando que entre los estragos de la Unión Europea está la invasión a Argelia, la destrucción de Libia, Irak, Siria, Grecia, España… el coloniaje en África, India y América… que sus méritos culturales imperiales y destructivos hoy son usurpados y re-funcionalizados por los comerciantes del turismo y las mafias inmobiliarias. Que aún se percibe el tufo de Hitler, Mussolini y Franco. Que las mafias financieras baten el destino de la humanidad con sangre y miseria en el perol de sus ganancias bancarias. Que no hay cúpula económica, eclesiástica, política o académica que no supure corrupción y desfalcos. ¿Con qué autoridad pretenden juzgar a Venezuela?

Todo servido con néctares de periodismos apocalípticos.

Visto y considerando el nivel de pobreza, desocupación, desatención médica, pérdida de vivienda, deficiencia educativa, crisis demográfica, desanimo juvenil, tasa de suicidios, alienación mediática y corresponsabilidad en el negocio de la guerra. Visto y considerando el maltrato a niños y mujeres, ancianos e inmigrantes. Visto y considerando el racismo, la exclusión, la arrogancia sexista, la homofobia y la moral usurera predominante. Visto y considerando el desprecio histórico por los pueblos, especialmente por los pueblos que se animan a ser rebeldes y a soñar con un mundo sin amos y sin esclavos. Visto el desprecio y maltrato a la clase obrera. Preguntemos ¿Cómo se permiten juzgar a Venezuela?

Todo redactado con tinta de periodistas melosos.

Ya aparecerá el palabrerío de los leguleyos con sus silogismos de esclavo, haciendo todo género de malabares demagógicos para justificar las ambiciones de sus jefes. Ya aparecerán los textos, los subtextos y los pretextos para habilitar la sinrazón de su cinismo con retórica de retrete diplomático. Ya saldrán a las palestras de sus máquinas de guerra ideológica a dar cátedras de estulticia. Pero ¡Venezuela se respeta!.

Todo sometido a la lujuria del saqueo de materias primas y mano de obra baratas.

No se escucha que los señores, las señoras, ni todos sus señoritos acicalados en las modas del mercado de conciencias, denuncien los ataques terroristas organizados por la “oposición” mientras hacen genuflexiones -traidoras a la patria- ante Trump para que invada a Venezuela.  No se escucha ni una voz que exija respeto por la democracia mil veces probada y reconocida, que avala la voluntad política de un pueblo decidido a ser independiente y socialista. Ni una sola voz que se conduela por la víctimas de la furia burguesa; ni una sola voz que denuncie a la catarata de mentiras que hace pasar por  “chavistas” a los criminales contratados por la derecha. Ni una sola palabra que exija a los aparatos mediáticos respetar a la verdad y respetar a las leyes vigentes constitucionalmente en Venezuela. Mucho silencio perverso en medio de tanta verborrea oficial.

Todo vociferado con megáfonos ególatras.

Pasaron los tiempos en que el enojo de los colonizadores hacía temblar a los pueblos sometidos. Pasaron los tiempos en que Europa y su “Unión” decadente, representaban “progreso” y “cultura”… pasaron los tiempos en que el eurocentrismo se miraba con reverencias o se veneraba en la plaza pública de la sumisión. Basta. Hoy los pueblos dicen basta y profundizan las contradicciones de clase porque son más capaces que nunca de ver con claridad al enemigo de clase aunque de disfrace de monarca o de gerente. Ningún coloniaje hoy es orgullo de nadie y ningún tribunal de miserables es venerable sólo porque ellos digan.

Todo explicado en clave de lucha de clases.

Hoy hay que ganarse el respeto de los pueblos honrando su decisión democrática –participativa- de gobernarse con sus recursos sus recursos naturales, humanos, creativos y comunitarios. Hoy hay que amasar la solidaridad en la práctica diaria si se quiere recibir reciprocidad y afecto de pueblos que entienden sus existencia pasada, presente y futura en clave de revolución permanente. Basta ya de payasadas autoritarias de bufones imperiales. Venezuela se respeta, hay que decirlo cuantas veces sea necesario. No se metan con Venezuela. Déjenla vivir, construir su sueño y su Plan de la Patria. Sus logros y su autocrítica. Respeten su constitución y su historia, su firmeza y su entereza. Respeten al pueblo de Bolívar, al pueblo revolucionario que elije al socialismo como única salida para la humanidad en este mundo que han destruido también, ayer y hoy,  los países de la “Unión Europea”. Venezuela se respeta, No lo olviden. ¿Con qué autoridad pretenden juzgarla? Frenen ya a sus servicios de inteligencia terrorista. 


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Perfil del Bloguero
Fernando Buen Abad Domínguez es mexicano de nacimiento, (Ciudad de México, 1956) especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica. Es Director de Cine egresado de New York University, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía. Miembro del Consejo Consultivo de TeleSUR. Miembro de la Asociación Mundial de Estudios Semióticos. Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas. Miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Rector-fundador de la Universidad de la Filosofía. Ha impartido cursos de postgrado y conferencias en varias universidades latinoamericanas. Ha obtenido distinciones diversas por su labor intelectual, entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar que otorga el Estado venezolano. Actualmente es Director del Centro Universitario para la Información y la Comunicación Sean MacBride y del Instituto de Cultura y Comunicación de la Universidad Nacional de Lanús
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