Fidel | Blog | teleSUR
13 agosto 2016
Fidel

Hoy se cumplen 90 años del nacimiento del latinoamericano que ha vivido suficiente para observar con esperanza el avance revolucionario de los pueblos de nuestro continente, a pesar de los errores que cometemos, y de los ataques incesantes del enemigo; ese enemigo al que no le queda más remedio que aceptar la dimensión del hombre que han tratado de eliminar de nuestras mentes por más de medio siglo.

Fidel

Fidel es a la vez mito, leyenda, verdad y revolución. Escribir sobre él no es novedoso, y se podrían llenar muchos volúmenes sobre este personaje insigne que nos llena tanto de orgullo. Sin embargo, la parte más complicada es enfocarnos en el ejemplo cotidiano de toda una vida que construye todas las otras facetas de su imagen.

No se puede sentir una profunda admiración por este líder sin admirar también a su pueblo. El pueblo cubano que ha sacrificado tanto, que es capaz de dar lo mejor de sí, y que ha resistido paciente los embates del enemigo y la incomprensión de los que estamos con ellos. El pueblo de Cuba es Fidel y Fidel es el pueblo de Cuba.

Yo no he tenido el honor de conocerlo, menos aun de sostener una conversación con él, lo que imagino es una experiencia única en la vida. Sin embargo, sus acciones, sus planteamientos, su vida, me dejan claro que Fidel logró lo que muchos políticos jamás lograron: vencer el divorcio entre teoría y praxis. Mantener el humanismo del revolucionario a la par del necesario pragmatismo del político, sin abandonar nunca sus principios.

Su vocación de estudio lo ha llevado a entender mejor que nadie la idiosincrasia de nuestro enemigo, parte fundamental en la conducción de una lucha que no te da cuartel nunca. Además, su sentido del deber, la consciencia necesaria para entender que como líder se debe sentar ejemplo, ser el primero en la fila, el último en dejar el barco, hasta que haya salido el ultimo camarada.

Su renuncia a vivir en el aislamiento del ídolo; su condena al culto de los vivos, han sido fundamentales para alcanzar lo que sin duda es parte esencial de la democracia, la consolidación de las ideas que sustentan el proyecto revolucionario cubano. Fidel se ha entendido a sí mismo, no como líder, si no como conductor de un pueblo, y la diferencia entre ambas es de una importancia capital para avanzar. Gracias a eso, hoy la revolución cubana trascenderá la eventual, pero segura, desaparición física del comandante.

Además, esa conducción extraordinaria, pone a Cuba a la cabeza de un profundo proceso de actualización teórica que deberá servirnos a todos los pueblos latinoamericanos. A pesar de que la batalla moral ha sido ganada hace muchos años por Fidel y el pueblo de Cuba, la construcción histórica sigue, como debe ser. Lejos de las mezquindades del egocentrismo, tan enraizadas en otros procesos de liberación nuestroamericanos, se impone el deber de ser consecuentes con el desarrollo inexorable de la historia y los necesarios cambios que esto implica.

Ahora el Partido Comunista de Cuba ocupa un lugar propio en el proceso revolucionario, es vanguardia revolucionaria y conducción, conservación del principio socialista. Dentro de poco, toda la generación histórica que entro victoriosa en las ciudades cubanas en 1959, pasara a retirarse, dando lugar a un relevo generacional coherente, ordenado, algo que no le place para nada al imperio. Esta generación se retira a la vida privada, después de cumplir su misión, con el pueblo cubano aplaudiendo la gesta heroica de sacrificio de esos hombres y mujeres que se decidieron a hacer patria.

Es sumamente difícil entender, para quienes vivimos la política día tras día, lo que significa ser el blanco permanente de miles de conspiraciones del imperio durante más de cincuenta años. Todos los insultos, todas las calumnias, todos los rumores y chismes que pueden producir miles de mentes retorcidas durante tanto tiempo. No podemos imaginarnos que soportar toda la presión del mundo, todas las traiciones, toda la ignominia, sea posible sin tener la claridad suficiente y se está convencido de tu futuro y se posee un amor sin límites por tus prójimos.

Sin lugar a dudas, Fidel ya ha sido absuelto por la historia; su pueblo ha avanzado mucho, y ya no es pasto fácil de las nuevas guerras ideológicas que descarga el imperio, que ha demostrado no va a renunciar nunca a la tarea de destruir las ideas que han construido esa hermosa historia que es la revolución cubana. Porque ese imperio hace la guerra aun cuando habla en términos de paz; ese imperio en el cual la guerra es como la sangre que lo mantiene con vida.

Solo me queda decir, que es enorme que Fidel llegue a sus 90 años, y todos podamos celebrarlo; que sea en vida que vea con satisfacción su humilde obra. La obra del hombre constante, del hombre permanente, del que vigila el sueño de los pueblos, y nos advierte sobre los terribles peligros que nos amenazan; ese hombre que de mil maneras merece que todos los latinoamericanos lo llamemos COMANDANTE EN JEFE.


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¡Viva Fidel!
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